Investigadores de la Universidad Nacional (UN) de Colombia en Palmira detectaron la presencia de hongos micorrízicos y endófitos en las vainillas. Estos son capaces de protegerlas del patógeno del género Fusarium, uno de los más peligrosos para esta orquídea. La vainilla proviene de un género de orquídeas que comprende unas 110 especies, distribuidas en todas las zonas tropicales del planeta. La evidencia científica indica que pueden tener alrededor de 160 millones de años de existencia.

La República de Madagascar fue, por muchos años, una de las líderes mundiales en comercialización de esta aromática. Pero una severa enfermedad, causada por hongos parásitos y llamada fusariosis, provocó que su producción pasara de 2.277 toneladas (en 1984) a 600 (en el año 2004). En consecuencia, optaron por cultivar cacao.

El profesor Joel Tupac Otero, director del Grupo de Investigación en Orquídeas y Ecología Vegetal (GIO) de la UN en Palmira, precisa que la vainilla posee dos tipos de hongos en sus raíces: los endófitos, que no causan síntomas; y los patógenos, como el Fusarium oxysporum f. sp. Vanillae, considerado como el principal limitante de la producción comercial de la planta.

Un estudio hecho por el grupo estableció que las variedades silvestres del Pacífico colombiano tienen una gran diversidad de estos microorganismos, benéficos para las raíces (micorrizas). Además, podrían aprovecharse en estrategias de producción comercial y de protección fitosanitaria en sistemas agroforestales.

Como todas las orquídeas, las raíces de la vainilla necesitan entrar en simbiosis con hongos que proporcionan nutrientes (llamados pelotones) para que las semillas puedan germinar.

Una investigación llevada a cabo por Ana Teresa Mosquera, integrante del GIO, permitió aislar micorrizas y hongos endófitos para identificarlos a nivel molecular y examinar su comportamiento en especies del Pacífico, en el departamento del Valle del Cauca.

Para ello, tomó muestras de raíces en bosques de selva húmeda tropical de Buenaventura y en bosques secos (subxerofíticos) de Dagua, ambos en el Valle del Cauca. Luego, en el laboratorio, las desinfectó para hacerles cortes transversales, con el fin de determinar la presencia de pelotones.

“cultivamos los cortes en recipientes de laboratorio, con una técnica llamada agar papa dextrosa (APD) que permite incubar y observar el desarrollo micelial, es decir, el cuerpo vegetal del hongo. Se determinaron sus características morfológicas macroscópicas, microscópicas y moleculares”, cuenta Mosquera.

Las raíces terrestres de las plantas adultas de Vanilla spp Examinadas presentaron pelotones. Esto evidencia que los hongos micorrízicos participan en sus procesos naturales de desarrollo. Lo anterior se corroboró en el bosque de Dagua, donde los expertos encontraron plántulas provenientes de germinación simbiótica de semillas.

 

Resistentes al Fusarium

 

El estudio comprobó que las variedades silvestres del Pacífico son resistentes al Fusarium. Lo más destacable, señala el profesor Tupac, es que “las plantas no presentaron síntomas inducidos por el patógeno”.

Así, mientras que los hongos producen estragos en cultivos de otras variedades domesticadas, en las silvestres actúan como microorganismos endófitos o protectores.

Los científicos aseguran que, gracias al trabajo, se puede desarrollar su producción comercial en sistemas agroforestales de la región. Ellos insisten en que la presencia de estos hongos inofensivos podría limitar la presencia de patógenos en el cultivo.

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