La expansión de internet mejora la calidad democrática, pero no todos la disfrutan. Un estudio publicado esta semana en la revista Science revela que los grupos políticamente marginados sufren también discriminación en el acceso a internet en los países en vías de desarrollo.
Empleando estimaciones de alta precisión sobre penetración de internet, los autores han demostrado que los grupos políticamente marginados presentan significativamente menores tasas de uso en comparación con aquellos en el poder, “un efecto que no puede ser explicado únicamente por factores económicos o geográficos”, advierten.
Los autores han usado un sistema de análisis espacial para estimar la penetración de internet casi en tiempo real
En en el estudio ha participado Suso Benítez-Baleato, del equipo de investigación de Análisis Político de la Universidad de Santiago de Compostela (USC), durante una estancia en la universidad alemana de Constanza bajo la dirección de Nils B. Weidmann, principal firmante del artículo.
En colaboración con ingenieros del Instituto Federal de Tecnología de Suíza (ETH Zurich), Benítez-Baleato desarrolló un nuevo método basado en el análisis del tráfico global de internet que, mediante un sistema de análisis espacial, permite estimar la penetración “prácticamente en tiempo real, incluso en zonas de guerra o bajo el control de regímenes autocráticos”.
La herramienta funciona como si fuese un telescopio de gran precisión instalado en un satélite. “Esto permite observar la conectividad de cualquier área del planeta aumentando la imagen tanto como sea necesario para calcular la penetración por países, provincias o municipios, y observar su evolución por años, meses o semanas”, agrega.
Los beneficios de las tecnologías digitales en entredicho
El trabajo pone en duda los supuestos beneficios de las tecnologías digitales. La hipótesis de la ‘tecnología de la liberación’ defiende que internet fomenta la transparencia y la rendición de cuentas de los gobiernos no democráticos en todo el mundo y puede ayudar a los movimientos de oposición a organizarse para la acción colectiva de los grupos marginados.
Sin embargo –según el estudio– esta afirmación se basa “en el supuesto de que estos grupos tienen suficiente acceso a internet”. Ese ha sido el objetivo del trabajo: probar si los grupos políticamente más desfavorecidos son sistemáticamente privados del acceso a las nuevas tecnologías por sus gobiernos.
Con ese propósito, el equipo ha comparado los efectos de distintos factores sobre la penetración de internet, además del nivel económico y el grado de inclusión de los grupos en las instituciones políticas. Para el cálculo de estos indicadores, han empleado una gran variedad de datos, incluida la emisión de luz nocturna registrada por los satélites de la NASA.
“Nuestros resultados ponen de manifiesto la existencia de impedimentos a la llamada tecnología de la liberación”, dice Benítez-Baleato, que pone el acento en el papel que juegan los gobiernos. Tal como señala el artículo, en la mayoría de los países en desarrollo los gobiernos son el principal, si no el único, proveedor de los servicios de telecomunicaciones.
Al tiempo, en muchos de estos países uno o más grupos étnicos mantienen el poder político a expensas de marginar a los otros, lo que permite que la tecnología de internet se implemente en beneficio de unos y detrimento de otros. «Los gobiernos juegan un papel fundamental en la distribución de la red, lo que puede, intencionadamente o no, sabotear sus efectos liberadores”, indica.
“El desarrollo científico y técnico está condicionado por criterios políticos y religiosos, y la informática no es una excepción”, dice el investigador gallego
Implicaciones para políticas de desarrollo
Además de las innovaciones científicas sobre estadísticas de internet, el trabajo destaca por las profundas implicaciones de sus resultados. “Aunque la red continúa teniendo claramente el potencial de promover la movilización para el cambio político, los gobiernos pueden impedir este efecto”, agrega Benítez-Baleato, “lo que debería llevar a los estudiosos de los efectos de la comunicación tecnológica a reconsiderar las circunstancias en las que internet puede realmente contribuir al cambio político”.
Según Benítez-Baleato, “el desarrollo científico-técnico ha estado históricamente condicionado por criterios políticos y religiosos, y no existen razones que conviertan la informática en una excepción”.
Por otra parte, apunta, en las políticas de desarrollo que buscan promover la paz y la democratización a través de internet es necesario tener en cuenta la desigual prestación de servicios digitales en los países, así como la capacidad de los gobiernos para condicionar el acceso a la red. “Solo aliviando la desigualdad digital, los canales modernos de comunicación facultarán a las personas y sociedades para el fomento del desarrollo político y económico”, concluye.
Referencia bibliográfica:
Nils B. Weidmann, Suso Benitez-Baleato, Philipp Hunziker, Eduard Glatz, Xenofontas Dimitropoulos. «Digital discrimination: Political bias in Internet service provision across ethnic groups». Science (8 septiembre, 2016)