A primera vista todo ha vuelto a la normalidad en la región costera de Iwate tres años después del tsunami del 11 de marzo de 2011, salvo para las 34.000 personas que aún viven desplazadas de sus hogares debido a la catástrofe que asoló esta zona olvidada del norte de Japón y que aceleró su despoblación.
Como huella visible de la tragedia, de la que el martes se cumple el tercer aniversario, apenas quedan varios edificios en ruinas y el Pino Milagroso, convertido en símbolo de resistencia al ser el único árbol que quedó en pie de entre los 70.000 que poblaban la costa de Rikuzentakata.
Los trabajos de desescombro y reconstrucción se han completado al 90 %, mientras que las obras para reforzar la protección de la costa ante nuevos tsunamis y la reubicación de la población afectada van con más lentitud debido a su complejidad técnica.
Iwate, cuya economía se basa en la industria pesquera, es la segunda prefectura de Japón más extensa y con menor densidad demográfica tras la isla de Hokkaido. Desde marzo de 2011 la población de su zona costera ha caído en un 7,5 %, según las autoridades locales.