Una de las “metas del milenio” de las Naciones Unidas propone que para 2015 se debería eliminar prácticamente toda el hambre del planeta. Ciertamente, en muchos países del mundo se está muy lejos de alcanzar ese objetivo y México es una de las naciones que se encuentra con un serio déficit en este terreno.

De acuerdo con datos presentados al Congreso de la Unión, importamos el 42% del total de los alimentos que consumimos, pero a pesar de la gran inversión en esta importación, al menos 21 millones de mexicanos sufren de pobreza alimentaria, por lo que este tema se tiene que analizar con una nueva metodología para alcanzar la seguridad en este terreno.

“Hay alimentos básicos en la cultura del mexicano, que es importante que no falten en su dieta, es decir, que no exista un déficit, porque forman parte de la vida cotidiana. Este es el caso del maíz. Es impresionante que tengamos que estar importando un tercio del maíz que comemos; en el caso del frijol importamos algo parecido; y del arroz estamos importando arriba del 80%”, explicó en entrevista para el Boletín AMC de la Academia Mexicana de Ciencias, el doctor Alfonso Larqué Saavedra.

El experto puntualizó que “estos números son alarmantes, entonces deberíamos procurar tener la certeza, la seguridad (de ahí viene el término), que por lo menos del maíz y frijol, tuviésemos la seguridad alimentaria”. Y añadió: “Es claro que ningún país del planeta tiene la seguridad sobre todo lo que consume, pero México es muy rico en biodiversidad, de tal manera que en este momento la preocupación más grande que tenemos es que, siendo un país megadiverso, no hayamos hecho un esfuerzo especial para poder utilizar un mayor número de especies vegetales, para poder asegurarnos que estamos usando esa diversidad para compensar, precisamente, los aspectos críticos de alimentación”.

Destacó que, a lo largo de su historia, nuestro país ha dado valor agregado a sus recursos naturales, que en su momento han impulsado la economía nacional: primero, la minería, que le dio a México desde hace siglos una posición muy importante a nivel mundial, particularmente por su plata; después vinieron los hidrocarburos, el petróleo empezó a ser la fuente más importante de financiamiento, junto con la minería; y la otra gran riqueza que fue y ha sido descrita desde hace muchísimos años es la biodiversidad, la tarea ahora es saber darle mayor valor agregado a este recurso, para que sea ahora una fuente de riqueza para mejorar el bienestar social.

En este mismo sentido el investigador del Centro de Investigación científica de Yucatán ejemplificó con el caso del sur sureste de ese estado en donde hay más de cien especies vegetales que sirven como alimento, pero resulta que dependemos aproximadamente tan solo de 20 especies (entre ellas el maíz y el frijol) para nuestra alimentación.

Alfonso Larqué Saavedra

“Dentro de las especies que tenemos en el sur sureste del país, donde se acaba de establecer un banco de germoplasma del trópico mexicano, existen registradas 154 especies comestibles de plantas. Entonces, si en nuestra rutina tenemos la idea de comer solo maíz y frijol estamos en una situación vulnerable, porque ya no tenemos capacidad de producir las suficientes toneladas de maíz para poder alimentar a una población de aproximadamente 120 millones de mexicanos; no tenemos capacidad de producir frijol con las cantidades que se necesitan para esto, de tal forma que debemos ser lo suficientemente virtuosos para poder ampliar la gama de otros alimentos que han sido probados y que pudiesen contrarrestar las limitaciones en la alimentación”. Y añadió: “Diría que es muy importante que se le ponga atención al tema de la seguridad alimentaria, por lo menos en los alimentos básicos”.

Para el coordinador de la Sección de Agrociencias de la AMC este problema viene de la educación y de habernos olvidado que los mexicanos tenemos una cultura culinaria impresionante, que nuestros ancestros fueron capaces de saber y discriminar que hay más de cien especies comestibles en el país a las que les deberíamos de poner atención.

“Ahora debemos darle un mayor valor agregado a la biodiversidad, trabajando todas aquellas especies que puedan traducirse en bienestar social”, enfatizó.

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