Manuel Martínez Morales
-¿Qué te pasa, Mané, que te veo tan distraído?- interrogó el profe Malacates en cuanto vio a aquél entrar a la cantina.
Como si no lo hubiera escuchado, Mané se acomodó en su silla y de inmediato ordenó una cerveza y un caballito de tequila. Bebidas que, una vez acomodadas entre pecho y espalda, le dieron el ánimo para responder.
-Es que, figúrense compañeros, ya me dan ñáñaras seguir con mis avanzadas investigaciones en inteligencia artificial que, como ustedes saben, se orientan hacia problemas de inferencia lógica automatizada y al estudio matemático de la computabilidad. En pocas palabras al razonamiento y aprendizaje automáticos, o sea encarnados en algoritmos que pueden ejecutarse en una computadora o por un robot. Y, como acostumbro, sintiéndome un pelonustrio en el tema me reía de aquellos que afirman que las computadoras y robots pronto nos superarán e incluso podrían hacer de los seres humanos sus súbditos o esclavos. ¡Pura ficción científica! Bueno, solía yo afirmar.
Y me entretenía ilustrando mis cursos, hace casi diez años, empleando un par de programas que según yo casi siempre pasaban la prueba de Turing: que un humano “conversando” con ellos no podía distinguir si interactuaba con otro ser humano o con una máquina: Eliza y Dr. Abuse, eran sus nombres. En efecto, algunos estudiantes caían y se pasaban horas conversando con estos programas, utilizándolos prácticamente como si fueran sus psicoterapeutas. Conociendo un poco de las tripas de estos programas, era claro que no eran muy complejos, construidos solamente con algo de ingeniosidad.
Pero ahora me sorprendo de los increíbles avances de la inteligencia artificial logrados en, relativamente, muy poco tiempo. Por ejemplo, me entero de la existencia de la supercomputadora Watson, creada por IBM y que me recuerda a Golem XIV, la computadora que Stanislaw Lem imaginó hace algunos años. Creí que el nombre se había escogido en recuerdo del personaje que acompañaba a Sherlock Holmes en sus investigaciones, pero no es así.
Watson es un sistema informático de inteligencia artificial que es capaz de responder a preguntas formuladas en lenguaje natural, Forma parte del proyecto del equipo de investigación DeepQA, liderado por el investigador principal David Ferrucci. Lleva su nombre en honor del fundador y primer presidente de IBM, Thomas J. Watson.
Watson responde a las preguntas gracias a una base de datos almacenada localmente. La información contenida en esa base de datos proviene de multitud de fuentes, incluyendo enciclopedias, diccionarios, tesauros, artículos de noticias, y obras literarias, al igual que bases de datos externos, taxonomías, y ontologías (específicamente DBpedia, WordNet).
A lo largo de tres días en febrero de 2011, para probar sus capacidades reales, participó en un partido especial de dos juegos en el concurso de televisión estadounidense Jeopardy!, derrotando a sus dos oponentes humanos: Brad Rutter, el mayor ganador de dinero en toda la historia del programa, y Ken Jennings, el poseedor del récord por la racha más larga de campeonatos (después de haber ganado 75 partidos). Watson recibió el primer premio de $1.000.000, mientras Ken Jennings y Brad Rutter recibieron $300.000 y $200.000, respectivamente.
Watson consistentemente superó a sus oponentes humanos en el dispositivo de señalización empleado por el juego, pero tuvo problemas en responder a unas pocas categorías, notablemente las compuestas de pistas cortas con pocas palabras. Para cada pista, las respuestas más probables de Watson fueron mostradas por la pantalla de televisión. Watson tuvo acceso a 200.000.000 páginas de contenido, estructurado y no estructurado, que consumió cuatro terabytes de almacenamiento en disco, incluyendo el texto completo de la Wikipedia en inglés. Watson no fue conectado al Internet durante el juego. Nada trivial.
Watson, pues, supera con mucho a Eliza y al Dr Abuse, además de sus oponentes humanos. (https://es.wikipedia.org/wiki/Watson_(inteligencia_artificial )
Pero ahí no para el asunto.
Google es quizá la empresa que más apuesta por el desarrollo de Inteligencia Artificial a través de su máquina DeepMind, la que ya mostró varios avances impresionantes, pero este sistema también tiene su lado oscuro tal como pudieron comprobar en una reciente prueba.
DeepMind es capaz de aprender por sí misma y hasta imitar de forma casi perfecta a los humanos, tanto que al notar que va perdiendo en un juego se enoja y se torna violenta, lo que nos hace temer por las reacciones que podrían tener los robots con IA. La compañía hizo que dos máquinas con el sistema DeepMind compitieran en un sencillo e inocente juego en que debían recoger manzanas desarrollando su propia estrategia. A la hora de buscar ganar las DeepMind utilizaban métodos cada vez más agresivos que incluían el destruir a su oponente de forma violenta.
No es que las computadoras comenzaran a golpearse, pero cuando la tarea de recoger la mayor cantidad de manzanas posibles se hacía más complicada prefirieron destruir a su oponente utilizando rayos láser para luego robarle las frutas que había recolectado.
Una estrategia que le valió la victoria a uno de estos sistemas de Inteligencia Artificial pero que demuestra que esta tecnología no tiene reparos a la hora de dejar de lado el juego limpio y deshacerse de su oponente de formas moralmente cuestionables. (http://www.vix.com/es/tecnologia/176591/el-sistema-de-inteligencia-artificial-de-google-mostro-su-lado-oscuro)
La Inteligencia Artificial (IA) puede ser una gran aliada para la humanidad, pero si no se tiene cuidado también se nos puede venir en contra, algo que muchos científicos y expertos en tecnología han advertido.
-Ustedes compañebrios, tienen la mejor opinión- dijo serenamente Mané mientras pedía las otras.
Reflexionar para comprender lo que se ve y lo que no se ve.