Manuel Martínez Morales
Ese día, Mané irrumpió atropelladamente al bar en busca de la mesa donde se encontraban sus compas, a la vez que, a gritos ordenaba al cantinero:
-¡Melquiades!, sírveme urgentemente un submarino (un tarro de cerveza helada, dentro del cual se hacía caer un caballito de tequila, el cual se hundía hasta el fondo, facilitando la mezcla de las dos bebidas). Y un caldito de camarones bien picosito, para curar pues me vengo muriendo de la cruda que traigo.
En ese momento alcanzó, a tropezones, la mesa donde ya se le esperaba. Jadeante y sudoroso, después de los saludos de rigor explicó a sus comparsas de parranda:
-Disculpen camaradas de AAA (Alcohólicos Anónimos Arrepentidos), pero es que en la última semana agarré una peda de antología que creo me llevó al delirium tremens, pues hasta ayer paré de beber de súbito, pues Conchita ya no quería abrirme la puerta.
Así que imagino caí en ese estado de delirio que ustedes conocen bien. En esta ocasión atravesé el espejo de agua que vi ante mí, colocado verticalmente, y pasé al país de las maravillas, tal y como sucedió a Alicia, la del cuento “Alicia en el país de las maravillas”, que como recordarán mi padre nos leía los sábados en el zaguán de la vecindad, cuando éramos niños.
Ya estando ahí la oruga me mostró como eran las cosas de aquel lado. Por ejemplo, vertió agua en un recipiente de peltre y lo puso a calentar y de pronto, antes de que hirviera el agua el recipiente comenzó a fundirse, hasta casi derretirse por completo. Enseguida repitió el experimento en otra de las hornillas y antes de alcanzar los 23 grados centígrados el agua súbitamente se vaporizó.
Entonces apareció la liebre para intentar calmar mi ansiedad. Tranquilamente me explicó que en su mundo no aplicaban las mismas leyes físicas que de este lado, ni la lógica que sustenta el pensamiento era la misma. Que allá vivían en una pluralidad de mundos enlazados entre sí por la trama racional denominada lógica modal, o lógica de los mundos posibles.
Y para que yo lo entendiera expuso el siguiente ejemplo: considera, Mané, las dos siguientes proposiciones; 1) Trump gana las próximas elecciones presidenciales en los EU, y 2) Trump no gana las próximas elecciones presidenciales en los EU.
Según la lógica clásica que aplica en tu mundo, una de las dos proposiciones será falsa, y la otra verdadera pero, dado, que las elecciones aún no ocurren no podemos asignarles un valor de verdad. Nosotros, de este lado del espejo empleamos la lógica modal y empleamos otras funciones de verdad. En el ejemplo citado, hay dos mundos posibles: uno en el cual Trump gana la elección y otro en el cual la pierde. Y cuando digo dos mundos posibles es que la sociedad global seguirá rumbos distintos, dependiendo de si Trump gana o no la elección.
La lógica modal utiliza las funciones básicas de necesidad y posibilidad. Decimos que una proposición es necesaria, en cierto mundo, si es verdadera en éste. Y se dice que es posible si es
verdadera en algunos mundos pero no en todos. De ahí se deriva la definición de proposición verdadera: aquella que es necesaria en todos los mundos posibles; y será falsa aquella que no es necesaria en mundo alguno. De esta base se construye un sistema lógico formal llamado lógica modal de gran utilidad para las ciencias y también para guiarnos en las múltiples decisiones que tomamos en la vida cotidiana, ¿cómo será mi vida si Conchita me deja, o cómo será si le ruego y se queda conmigo?
Dos realidades distintas y una sola Conchita amada.
¡Salud, compañebrios! Que la lógica modal os haga fuertes y abandonen el dogmatismo.
Reflexionar para comprender lo que se ve y lo que no se ve.