Si los delfines mueren de amores,
¡triste de mí!, ¿qué harán los hombres
que tienen tiernos los corazones?
¡Triste de mí! ¿Qué harán los hombres?
-No le des vueltas a las cosas, Mané, no pienses tanto. Ante el vendaval de la vida no te queda más que seguir adelante cumpliendo con las tareas que hoy tienes que acometer, el mundo sigue su curso, mañana será otro día.
Así le habló aquella mujer, a quien Mané siempre acudía en busca de consuelo cuando sentía que ya no entendía más nada sobre la vida. Y no es que pensar le diera hueva, sino más bien le daba miedo. Pensar correctamente con todas las de la ley, sujetando el pensamiento a las reglas de la lógica siempre conducía a Mané a orillas de un abismo: el abismo del absurdo y la contradicción.
Ya había dicho Aristóteles que si el razonamiento conducía a esos callejones sin salida, que dan espanto al espíritu, más valía retroceder y cambiar los postulados o inventar alguna solución ad hoc. Y siglos después Kurt Godel remató demostrando que un sistema lógico no puede ser completo y consistente a la vez. ¡Chingaos! ¿Y entonces?
Probablemente este fuera el antecedente de los ataques de ansiedad y angustia que padece Mané desde hace tiempo. Tal vez no podía ser de otra manera, puesto que Mané intenta someterlo todo al análisis lógico y como la realidad no se ajusta ni tantito a la lógica formal, pues a sufrir a orillas del abismo de la contradicción, el absurdo y la incongruencia. Sobre todo aquellos en los que se especializa la burocracia de todo tipo, inventando requisitos y condiciones absurdas y contradictorias hasta para expedir un formato. Al contemplar el profundo abismo de la burocracia y de los contradictorios y absurdos discursos de los políticos, en la mente de Mané resuena la palabra poética de Alan Ginsberg:
He visto las mejores mentes de mi generación destruidas por la locura, histéricos famélicos muertos de hambre arrastrándose por las calles, Quienes expusieron sus cerebros al Cielo, bajo El y vieron ángeles Mahometanos tambaleándose en los techos de apartamentos iluminados. Quienes pasaron por las universidades con ojos radiantes y frescos alucinando con Arkansas y la tragedia luminosa de Blake entre los estudiantes de la guerra.
Quienes fueron expulsados de las academias por locos por publicar odas obscenas en las ventanas del cráneo…
En forma parecida ve ahora Mané a decenas de amigos suyos, investigadores con mentes brillantes, arrastrándose hasta la ventanilla 24 para presentar evidencia de que están produciendo, pero de lo cual hay que presentar constancias documentales debidamente firmadas y selladas en cada una de las 23 ventanillas previas.
Quienes soñaron y encarnaron brechas en el Tiempo y Espacio a través de imágenes yuxtapuestas, y atraparon al arcángel del alma entre 2 imágenes visuales y unieron los verbos elementales y establecieron el nombre y rasgos de la conciencia al mismo tiempo saltando con sensación de Pater Omnipotens Aeterna Deus para recrear la sintaxis y medida de la pobre prosa humana y ponerse frente a ti estupefacto e inteligente y sacudirse con vergüenza, rechazando incluso revelar el alma para conformarse al ritmo del pensamiento en su desnuda y eterna cabeza, el vagabundo loco y el golpe del ángel del Tiempo, desconocido.
Nadie se lo contó, Mané lo ha visto con sus propios ojos: en alguna de las ocasiones en que fue a solicitar su ingreso –sin éxito alguno- al Sistema Nacional de Investigadores, arrastrándose hasta la ventanilla 32 con un sencillo folder bajo el brazo (donde llevaba la documentación que respaldaba su formación y productividá), llegó hasta ahí un compañero empujando un diablito en el cual llevaba varias cajas con documentación comprobatoria. Ni modo ni manera, dijo Pánfilo Natera. En ese instante, Mané se dio cuenta con claridad que no tenía sentido participar en un concurso así pues le harían falta varias vidas de trabajo para poder llenar un diablito con la documentación comprobatoria.
Posteriormente, en ocasión de que fue designado miembro de una comisión evaluadora de la productividá, a Mané le sorprendió la cantidad de productos patito presentados (“libros” cuya edición, del propio autor, constaba de dos ejemplares; múltiples versiones de un mismo artículo con distinto nombre; constancias de estudio de la Universidad Platónica Autónoma y Veraz; etcétera). ¡Pos aí’tá el secreto para llenar diablitos con documentación “comprobatoria”!
Entonces, cuando Mané decide pensar lógicamente sobre el origen y consecuencias de tal situación y se da cuenta que tras el aparente absurdo existen intereses que, en lugar de alentar la actividad científica de “calidá” como se declara, en realidad promueven ejercicios de simulación cuya finalidad es precisamente opuesta a la declarada, le da la chiripiolca. Por eso le da miedo pensar, aunque de vez en cuando lo intenta, nomás tantito pa’ no angustiarse.
Reflexionar para comprender lo que se ve y lo que no se ve.