Manuel Martínez Morales
Cada espasmo es infinito
como un grano de café…
Eliseo Hernández: Grano de café
Un grano de café es infinito, encierra una infinitud de posibilidades, en su aroma, en su origen, en la forma en que fue cultivado, en su destino mismo tal vez dando ese exquisito sabor al café del que ahora disfruto. Escapo de mis atribuladas reflexiones intentando comprender esa extraordinaria característica de la naturaleza, del universo mismo: el de ser cualitativamente infinitos. Y esta aseveración, del afamado físico David Bohm, se aplica por igual a todos los seres, por pequeños y humildes que nos parezcan, vale igual para la partícula de polvo agitada sin cesar por el movimiento browniano, que para la aromática flor que atrae coloridas mariposas y abejas, así como para el sencillo grano de café igual que para la inmensa diversidad de seres -minerales, vegetales, animales- que escenifican dramas y comedias en este minúsculo escenario que es el planeta Tierra.
Árbol de metal/ Humo en espiral/ Laberinto en línea recta/ Ganas de perder/ Lunes en la piel/ Un futuro en obra negra
En efecto, el porvenir se nos presenta como un futuro en obra negra, por lo incierto que el devenir encierra.
En este futuro inmediato siempre en construcción se adelantan escenarios que bien pueden parecernos fascinantes o amenazantes y terribles según el cristal con que se mire.
En uno de estos futuros posibles, y plausible, se abre la perspectiva de crear vida sintética, a partir de la disciplina científica conocida, precisamente, como biología sintética. En concreto sorprende que, aún cuando esta ciencia se encuentra en sus primeras etapas ya se piensa en la «producción» de seres humanos sintéticos.
Al respecto, la investigadora Silvia Ribeiro, en un artículo de reciente publicación, da a conocer que el 10 de mayo de 2016, Día de la Madre, una reunión secreta de 150 científicos, abogados y empresarios en la Universidad de Harvard comenzó a considerar la creación de un genoma humano totalmente sintético, un ser humano sin madre ni padre.
La construcción se haría a partir de los químicos esenciales que componen el ADN (citosina, guanina, timina, adenina o C,G,T,A) y computadoras que sintetizan secuencias genéticas usando como programa la información de mapas genómicos, muchos de los cuales están en Internet. El proceso no es tan simple como podría parecer, pero los medios técnicos avanzan rápidamente. Los que llamaron a la reunión -que no iba a ser conocida por público ni prensa- afirmaban en su convocatoria que es necesario crear un ambiente de competencia, un gran desafío, para captar fondos de inversionistas privados y públicos y acelerar el desarrollo de las tecnologías que harían posible esta construcción.
La reunión se volvió noticia porque uno de los invitados -Drew Endy, profesor de bioingeniería en la Universidad de Stanford y co-fundador de la compañía Gen9 Inc, que construye y vende secuencias genéticas- consideró que el tema era demasiado relevante a toda la sociedad para discutirlo en reunión secreta y con intereses comerciales.
En la nota que Endy difundió con Laurie Zoloth, profesora de bioética, señalan que originalmente los organizadores proponían discutir los resultados que se pueden obtener y el involucramiento de la industria, con una meta primaria de sintetizar un genoma humano completo en un periodo de 10 años.
Esto se haría con un método similar al que utilizó el equipo de Craig Venter, experto en biotecnología e inteligencia artificial, que un mes atrás anunció la creación completa y funcional, desde cero, del genoma de un bacteria, la más pequeña que pudo usar. Aun así, el proceso le llevó varios años y muchos intentos.
Y esto, aunque a muchos nos pueda parecer algo remoto pues no parece estar disponible aún la tecnología requerida para concretizar el proyecto, el ritmo del desarrollo de la biología sintética, según sus promotores, se mueve a un ritmo cinco veces mayor que la conocida Ley de Moore, básicamente doblando sus capacidades y reduciendo sus costos a la mitad cada cuatro meses. Según explica Endy, el costo de ensamblar sintéticamente material genético bajó de cuatro dólares por par de bases o letras del ADN en 2003, a tres centavos de dólar. El precio estimado de sintetizar los 3 mil millones de pares de bases del ADN humano bajó de 12 mil millones a 90 millones de dólares. Si siguiera ese ritmo, el costo se reduciría en unos 20 años a 100 mil dólares. Sin embargo, afirma Endy, esta reducción de costo podría no suceder si no existe una gran demanda.
De dónde podría surgir tal demanda, me pregunto. A lo que me respondo que si se llegara a concretar la producción de seres humanos sintéticos no debe olvidarse que estos estarían diseñados para realizar funciones específica, como en la novela de ficción Un mundo feliz de Aldous Huxley.
Otra pregunta es ¿qué significa aumentar la demanda en este caso? ¿Promover la construcción en serie de genomas humanos sintéticos? ¿Por ejemplo, robots vivos para servir como soldados, sirvientes, trabajadores, o para producir repuestos vivientes de órganos, que sean lo más barato posible?
La perspectiva es aterradora y tiene tantas implicaciones que hasta es difícil imaginar los escenarios. Pero definitivamente no podemos cerrar los ojos, porque la idea ya está en marcha.
A quien interese el tema recomiendo la lectura de «Contra natura. La idea de crear seres humanos», del conocido divulgador de la ciencia, Philip Ball, editado por Turner Noema.
Reflexionar para comprender lo que se ve y lo que no se ve.