Los pollos de pardelas cenicienta inician sus vuelos de noche pero se desorientan por las luces de la ciudad. En ocasiones chocan con edificios y árboles o terminan en el suelo, donde son vulnerables a predadores y atropellos. Un equipo de científicos, liderado por el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), ha estudiado qué niveles de luz y a qué distancia se puede provocar esta desorientación.
El trabajo, publicado en la revista Scientific Reports, se ha realizado en Tenerife, donde alrededor de 1.500 pollos de esta especie son rescatados cada año.
“Con el objetivo de conocer las causas de este fenómeno, que parece no afectar a los ejemplares adultos, hemos marcado los pollos con dispositivos GPS para conocer su vuelo. Además, para evaluar cómo les afectan los niveles de luz hemos usado imágenes de alta resolución tomadas vía satélite”, explica Airam Rodríguez, autor principal del estudio e investigador de la Estación Biológica de Doñana (CSIC).
Los datos obtenidos muestran que el 50% de los pollos cae cerca de sus lugares de cría, en un radio de tres kilómetros, y que las colonias de aves más afectadas son las están localizadas tierra adentro, es decir, las más alejadas de la costa. Además, los pollos inician el vuelo hacia el mar en las tres primeras horas después de la puesta de sol, coincidiendo con los mayores niveles de contaminación lumínica.
Las aves adultas no se desorientan
Dado que la luz de los centros urbanos parece no afectar a los adultos, este año, durante la época reproductora, los científicos empezarán a marcarlos con GPS para determinar si evitan zonas urbanas para alcanzar las colonias de cría o si, por el contrario, las atraviesan sin desorientarse.
“Podría ayudarnos a comprender mejor este fenómeno y tratar de evitar los altos índices de mortalidad entre los pollos”, añade Rodríguez.
Referencia bibliográfica:
A. Rodríguez, B. Rodríguez, J. J. Negro. GPS tracking for mapping seabird mortality induced by light pollution.Scientific Reports. DOI: 10.1038/srep10670
Este estudio, que ha sido financiado por una beca Marie Curie dentro del 7º Programa Marco de Investigación y Desarrollo Tecnológico, ha contado también con la participación de investigadores de Phillip Island Nature Parks (Australia) y el Grupo de Ornitología e Historia Natural de las Islas Canarias.
(SINC)