La corrupción y la inseguridad, entre otros factores, puede llevar a que la gente pierda la confianza en la democracia y a cambio respalde discursos que prometen una dictadura, “pero con desarrollo económico aunque no haya libertades”.
En esto coincidieron diferentes especialistas durante su participación en la mesa Instrumentos éticos para prevenir y combatir la corrupción en el marco de la Primera Jornada de Ética Pública y Buen Gobierno que se desarrolló en la Unidad Iztapalapa de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM).
Los doctores Gabriel Pérez Pérez, de la Unidad Cuajimalpa; Edgar Ramón Aguilera, de la Universidad Autónoma del Estado de México (UAEM), Juan Manuel Gómez Rodríguez, de la Universidad Autónoma del Estado de Morelos, y la licenciada Paulina González Cuadros, de la UAEM, reconocieron que existe una línea “muy delgada” entre la desilusión y la confianza de la gente a la llamada democracia.
“Si la gente encuentra una serie de soluciones a la pobreza y a la inseguridad, podría apoyar formas dictatoriales lo que sería sumamente grave porque representa una distorsión total de la confianza y la democracia, puede haber una involución de un sistema democrático a un sistema autoritario”, plantearon.
Los expertos propusieron para erradicar la corrupción la implementación de políticas públicas relativas a la educación de los ciudadanos, “aunque ello no va a resolver el problema de tajo”. Se trata de políticas públicas educativas, aclararon, que incidan en la formación en virtudes de los ciudadanos y de los funcionarios.
Lo anterior, indicaron, tiene que ver con un plan a largo plazo que implica y abarca las etapas de desarrollo humano, en donde tienen que trabajar de manera conjunta psicólogos sociales y morales y especialistas que sepan de desarrollo cognitivo con el propósito de implementar una política pública en los diversos niveles educativos para que la gente mantenga contacto con las virtudes.
“Formar virtudes en los sujetos es exponerlos de manera constante y frecuente al comportamiento virtuoso –aseguraron–; es como aprender un oficio en el que se tiene que pasar mucho tiempo imitando y absorbiendo las virtudes del maestro, siempre y cuando éste satisfaga los requerimientos de ser un modelo”.
Manifestaron que un “punto clave” para que la ciudadanía recupere la confianza en las instituciones es la rendición de cuentas, “ya que en nuestro país la gran mayoría de las instituciones no rinde cuentas, no son tranparentes, ni funcionan como deberían hacerlo”.
Indicaron que la “vigilancia mutua” entre la división de poderes (ejecutivo, legislativo y judicial) “parece haberse perdido en nuestro país”. Más bien continuaron, “están en una misma lógica de complacencia y ocultamiento y no vigilan al otro de lo que está operando ni solicitan revisión de cuentas”.
Dijeron que si la división clásica de los poderes funcionara adecuadamente en México “habría una percepción más positiva para los ciudadanos y podrían tener mayor confianza”, en donde los mismos ciudadanos pudieran participar en esta transparencia y rendición de cuentas sin salirse de los marcos legales.
La Primera Jornada de Ética Pública y Buen Gobierno fue organizada por la Universidad Autónoma Metropolitana (Departamento de Sociología y la licenciatura en Ciencia Política) y el Centro de Investigaciones en Ciencias Sociales y Humanidades de la Universidad Autónoma del Estado de México. (UAM)