David Sandoval Rodríguez
Algo que no debe olvidarse, es que la cultura forma parte de un circuito capitalista que implica dinero, “creer que uno trabaja por amor al arte o que por ser artista regalará el trabajo, estamos acostumbrados a creer que todo está dado por los presupuestos estatales o federales”, apuntó Brenda Ríos, poeta y ensayista.
La ponente participó en la mesa de intercambio “El lugar de las humanidades frente al vaciamiento de las instituciones culturales”, realizada en la Facultad de Música de la Universidad Veracruzana (UV), donde declaró que es posible recibir apoyo gubernamental y a la vez mantener un espíritu crítico hacia las instituciones, pero para ello es necesario encontrar una forma de contribuir.
En el Bye Festival, organizado por el colectivo Kracatoa, la ensayista, quien fue becaria de la primera generación de la Fundación para las Letras Mexicanas (f,l,m.) en el área de ensayo y actualmente es editora de los libros de rectoría general en la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM), recordó que “en los últimos años, es de todos sabido, hay una profunda crisis en la universidad pública que tiene que ver con presupuestos”.
Independientemente de las partidas para libros académicos, están los de creación donde, en teoría, se podría ejercer una influencia como editores; no obstante, confesó: “He notado un empobrecimiento tremendo en la currícula académica, desde libros de autoconsumo que sólo le interesan a tres investigadores y se editan como libros de gran tiraje, los cuales podrían ser fácilmente libros electrónicos o que se imprimieran bajo demanda, lo que salvaría en gran medida los costos a la propia universidad”.
En una perspectiva más amplia, las editoriales universitarias deben competir en un mercado con las empresas comerciales que se rigen por criterios distintos.
Hacer rentable un libro para estas grandes editoriales implica “realizar una serie de trucos que son muy difíciles de lograr”, por eso no se entiende cómo “un libro que es muy malo vende tan bien y por qué sí se hace una reseña y por qué en Francia o Inglaterra están alabando un libro que un lector de mediana cultura puede darse cuenta que es una tomada de pelo”.
En su propuesta para incidir de manera positiva en tal escenario planteó: “Más que lógica, es una especie de resistencia, ya que estamos aquí hay cosas inevitables como trabajar, no quiero sonar banal al decir que vamos a pasarla bien, porque es muy frívolo, al contrario, consiste en tratar de dejar esto un poco mejor y esto tiene que ser con trabajo”.
Una inversión que uno puede hacer en sí mismo es contribuir a la cultura y compartir los conocimientos; al respecto, refirió la anécdota del crítico literario Harold Bloom, quien fue atacado principalmente por su obra El canon occidental, y se defendía recordando que la Universidad de Oxford le pagaba por leer.
“Entonces, hay que buscar la manera de contribuir, de no ser tan periférico, no caer en el asunto contracultural, reaccionario de la marginalidad per se, sino jugar la posibilidad de cohabitar en los dos espacios.”