La estancia de Octavio Paz en la capital francesa marcó no sólo su escritura sino también su pensamiento político y su estilo crítico, planteó el escritor Philippe Ollé Laprune en la Feria Internacional del Libro Universitario (FILU) 2016.
En su conferencia magistral “Octavio Paz en París”, el editor, ensayista y escritor precisó que, durante su estancia en París de 1945 a 1951, el Premio Nobel de Literatura experimentó un “choque cultural ya que llegó como una esponja y fue capaz de asimilar muchas obras, pero también él mismo fue un tema de estudio en Francia”.
Recordó que durante dicha residencia, Paz finalizó El Laberinto de la soledad y escribió dos obras emblemáticas: Libertad bajo palabra y Águila o sol, que se titularía posteriormente Piedra de sol.
Octavio Paz tuvo esa inclinación hacia Francia por su formación temprana e incluso al final de su vida dijo que la literatura francesa fue su segunda patria y escribió: “Viví en París en un lugar que era maravilloso, que era una patria sin pasaporte, pertenecíamos a un mismo mundo sin haber tenido que ser de la misma nacionalidad”.
En la capital francesa desarrolló tres grandes temas que estarían presentes en toda su obra posterior, observó Ollé Laprune, “su relación fue mucho más compleja, más rica de lo que se dice, con el surrealismo”.
En segundo lugar, había descubierto el pensamiento político anti-marxista, como un punto de vista crítico al marxismo y, en tercer lugar, “Paz adoptó los rasgos más notables de la cultura francesa: la visión crítica, el cosmopolitismo, la rebeldía que pasa a través de la literatura y cierto universalismo”.
Con relación a su postura política, Paz había conocido en México a dos figuras importantes, al poeta Benjamín Péret y al intelectual Víctor Serge, quien huyó de la Unión Soviética estalinista; “ellos le enseñaron a pensar la política como una práctica de la izquierda en contra del estalinismo”.
El ponente expresó que Paz tuvo la “tentación comunista” y pensaba que no había alternativa: o se estaba alineado con el partido comunista o se estaba en contra.
Cuando fue al Congreso de Valencia en 1937 descubrió el libro de André Gide, Regreso de la URSS, y se dio cuenta que uno de los más celebrados intelectuales franceses estaba muy en contra de la Unión Soviética y comenzó a tener un pensamiento diferente.
“Diría que, a lo largo de su vida, tuvo muchas pulsiones libertarias cercanas al pensamiento anarquista. Esto en París tomó otra relevancia al frecuentar de nuevo a Péret, quien le presentó a André Bretón.”