Al hacer del sufragio “un verdadero sacramento” y no un simple mecanismo de elección de gobernantes, Rousseau planteó las bases sobre las que numerosos totalitarismos encuentran sus argumentos, expuso el doctor George Couffignal, doctor Honoris Causa de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM).

Invitado por la comunidad de la Unidad Iztapalapa de la UAM, el ex director del Instituto de Altos Estudios de América Latina, de la Universidad de la Sorbona, señaló que la democracia como procedimiento es una “certeza” en todos los países de la región latinoamericana.

Al sustentar la conferencia Política y democracia en América Latina en el siglo XXI, el politólogo francés agregó que el cambio pacífico y periódico de dirigentes es esencial, porque “la alternancia es la alternativa a la revolución; si no hay derecho al voto, la única manera de cambiar de dirigentes es un movimiento armado”. De ahí la importancia de la apropiación del voto por parte de los ciudadanos, subrayó.

En todos los regímenes dictatoriales que dejaron el poder en los años 90, en todos, salvo en Chile, tuvieron alternancia política y eso habla de la apropiación del voto por un electorado que antes funcionaba con votos controlados, con sistemas clientelares, y el sufragio no era verdaderamente secreto.

La democracia como procedimiento está presente en todos los países de América Latina, sin embargo, la democracia como medio o procedimiento, se opone a la democracia como fin, como proyecto.

La aplicación mecánica del pensamiento de Rosseau sobre la soberanía popular ha tenido como efecto hacer de la democracia una ideología. Al hacer del sufragio un sacramente planteó las bases sobre las que numerosos autoritarismos, se han argumentado, concretamente, la ideología marxista de la dictadura del proletariado.

La reducción al sufragio permite expresar la voluntad general frente a la cual cada individuo tiene que someterse y la Revolución francesa, es un ejemplo de cuáles son los abusos que pueden cometerse a partir de esa concepción, que llevó en 1793 a aplicar la teoría de Rosseau de la soberanía y del mandato imperativo, y degeneró en lo que se ha llamado “el terror” y su “cola siniestra de decapitaciones”.

El doctor Couffignal advirtió que pareciera que para hacer democracia es necesario solamente organizar elecciones libres. “Es el caso de los Bush padre e hijo, para quienes la democracia se convirtió en un producto exportable por las armas”.

A pesar de lo anterior, en muchos países se ha avanzado en la toma de conciencia de que la democracia es también una cultura. Si bien es cierto que el sufragio universal libre y secreto es indispensable para poder calificar a un régimen como democrático o no democrático, este procedimiento no necesariamente permite implantar una democracia como cultura.

Esta cultura se pone de manifiesto en conductas muy específicas como la tolerancia, el respeto al otro, a los derechos humanos y el pluralismo de la opinión y la expresión.

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