Una muestra de 65 mil escuelas primarias mostró que los promedios de escolaridad de los padres están vinculados con el aprovechamiento escolar de los hijos: en las escuelas particulares los padres tienen 9.6 años de escolaridad; en las públicas 7.5 años y en las públicas rurales 4.8 años, señaló la doctora Claudia Santizo Rodall, profesora-investigadora de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM).

En el Encuentro Internacional de Educación, convocado por la Fundación Telefónica México (Telefónica), sostuvo que el estudio evidenció también la relación positiva entre la escolaridad y las localidades donde se inserta la escuela.

Se observaron además las brechas entre los tres tipos de escuela, que puede explicarse por la inversión de alumno por año, que en las privadas es de 5 mil dólares y en las públicas de mil 800; cifra que contrasta con los 10 mil dólares por año, que se invierten en Estados Unidos.

La investigadora del Departamento de Estudios Institucionales de la Unidad Cuajimalpa dijo que la colaboración entre los maestros y padres de familia es otro espacio importante a desarrollar, la comunicación con base en la confianza es primordial en este aspecto, así como conocer el contexto cultural de las familias, el cual está absolutamente vinculado con el aprovechamiento de los alumnos.

Precisó que la relación con los papás es informal y que los mentores buscan reunirse con ellos únicamente para informar sobre la conducta y el desempeño de sus hijos; casi nunca se les explica y provee información del porqué de los resultados y de cómo ciertas acciones pueden complementar los esfuerzos del profesor en el salón de clases.

Se solicita también que los progenitores supervisen tareas, pero no se expone ni el por qué, ni el cómo, peor aún, criticó, se espera que estén en las mismas condiciones para dar ese apoyo y no se reflexiona sobre lo que cada familia o adulto responsable de un menor puede hacer dadas sus condiciones de tiempo, escolaridad y situación económica.

Lo anterior deja claro que aún hay muchos vacíos por cubrir y aspectos por definir en materia de una política de participación social en la educación pública básica, advirtió Santizo Rodall.

Sostuvo que en el aula lo que se intenta con las reformas a la educación básica es la enseñanza por competencias: los niños deben aprender a usar sus conocimientos en situaciones concretas y a lo largo de su vida, no sólo en el salón de clases; superar la memorización, y situar el aprendizaje en la realidad; esto se dice fácil, pero es un enfoque que requiere de mayor capacitación, un seguimiento continuo de prácticas pedagógicas, y que todos los niveles del sistema educativo den seguimiento y acompañamiento a los cambios.

Los maestros de educación básica tienen el papel crucial de orientar a sus alumnos, para que puedan interpretar, comprender y, con el tiempo, transformar la realidad en que viven, para ello necesitan contar con técnicas pedagógicas pertinentes; comprender el contexto de su escuela; desarrollar habilidades para el trabajo colegiado, y capacidades de liderazgo para coordinar actividades con los padres de familia, indicó la especialista en gestión de la educación pública básica.

En lo concerniente al trabajo colegiado observó que pese a ser fundamental, en el sistema educativo nacional no existen incentivos para el trabajo colectivo –que se encuentra en la figura del Consejo Técnico Escolar (CTE)–, y se sigue privilegiando el trabajo individual.

Este CTE, que debería reunir a los profesores para discutir asuntos pedagógicos y curriculares, se desvía la mayor parte de las ocasiones a la discusión de problemas urgentes de infraestructura en las escuelas.

Los comentarios están cerrados.