Si llevas a una mamá al cunero y le preguntas que cuál es su hijo, lo identifica al instante, pero qué permite al recién nacido reconocerla también, pues uno de los instintos más básicos, la necesidad de alimento y sobre todo, al aroma de su madre, dice el doctor Carlos Contreras.

El estudio se encuentra descrito en el artículo “Amniotic fluid elicits appetitive responses in human newborns: fatty acids and appetitive responses”, con la colaboración de los doctores Carlos Contreras, Ana Gutiérrez, Remedios Mendoza, Juan Francisco Rodríguez, Blandina Bernal y Cynthia Díaz.

El doctor y un equipo de investigadores realizaron un serie de experimentos para indagar en la relación entre madre e hijo, y la primera cuestión fue resolver si el niño aprende a identificar a su madre antes o después de nacer. “Si lo hace antes debe haber un aprendizaje temprano dentro del útero, si es después, implica que su cerebro está programado para reconocer algo de su madre desde que nace”, explica el doctor Contreras.

Como resultado de sus investigaciones descubrieron la presencia de un grupo de 8 ácidos grasos en los tres líquidos que conforman la interface madre e hijo: el líquido amniótico, el calostro y la leche; el primero es el líquido en el que flotamos dentro de la membrana vitelina mientras estamos en el vientre materno; el calostro es la leche que se produce durante los primeros días después del parto, la cual luego se trasforma en leche madura.

Estos ácidos grasos, son moléculas lipídicas, importantes en la conformación estructural de todas las membranas celulares; conforman parte de nuestra dieta y se encuentran en las diferentes grasas que consumimos[1].

Uno de los experimentos que realizó el doctor y su grupo de investigación fue algo muy sencillo y revelador que permitió ver el efecto de este aroma particular. Lo que hicieron fue acercar a la nariz de un bebé de 18 horas de nacido, un hisopo impregnado con su líquido amniótico, el infante al percibir el aroma empezaba a realizar movimientos de succión y a inquietarse. A continuación, se retiró el hisopo y se le acercó otro, pero con solución salina, el bebé no reaccionó, no le provocó ningún estímulo; finalmente, se le acercó un tercer hisopo con una solución artificial con los 8 ácidos grasos ya identificados, el bebé también se estimula y hace los movimientos de succión.

Esta reacción responde a algo muy simple, el bebé asocia el alimento y por lo tanto, su supervivencia, a ese olor que despide su madre, esto también lo vemos en otros mamíferos, que no ven, pero saben dónde buscar y encontrar su alimento, así es como se va formando el lazo afectivo con su madre, lo que hecha por tierra muchas teorías psicológicas y lo atañe a un estímulo químico percibido por el olfato.


[1] Ácido graso. Wikipedia. En línea: http://es.wikipedia.org/wiki/%C3%81cido_graso

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