Según datos del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), a nivel mundial, más de 800 millones de personas aún viven con menos de US$1,25 al día y muchos carecen de acceso a alimentos, agua potable y saneamiento adecuados, anotala misma ONU, en el Día Internacional para la Erradicación de la Pobreza, que se realiza cada 17 de octubre.
«En un mundo caracterizado por un nivel sin precedentes de desarrollo económico, medios tecnológicos y recursos financieros, es un escándalo moral que millones de personas vivan en la extrema pobreza», tal y como se asegura en el prefacio sobre Los Principios Rectores sobre la Extrema Pobreza y los Derechos Humanos.
La pobreza -apunta la ONU- no es solo una cuestión económica. Por ese motivo, debemos dejar de observarla exclusivamente como una falta de ingresos. Se trata de un fenómeno multidimensional que comprende, además, la falta de las capacidades básicas para vivir con dignidad. La pobreza es en sí misma un problema de derechos humanos urgente y es a la vez causa y consecuencia de violaciones de los derechos humanos, pues se caracteriza por vulneraciones múltiples e interconexas de los derechos civiles, políticos, económicos, sociales y culturales, y las personas que viven en ella se ven expuestas regularmente a la denegación de su dignidad e igualdad. Reducir la pobreza y erradicarla es por tanto una obligación de todas las sociedades.
Hace ya 30 años, el 17 de octubre de 1987, el padre Joseph Wresinski hizo un llamamiento para luchar contra esta lacra, animando a conmemorar el Día Mundial para la Superación de la Pobreza Extrema. Cinco años después la Asamblea General de la ONU, inspirada en ese llamado, declaró el 17 de octubre como el Día Internacional para la Erradicación de la Pobreza (resolución 47/196) .
El llamado del padre Joseph Wresinski, está inscrito en el texto de la Placa conmemorativa en la Plaza de los Derechos Humanos y Ciudadanos de Trocadéro, en París, que se inauguró en presencia de 100,000 personas:
El 17 de octubre de 1987, defensoras y defensores de los derechos humanos y de los ciudadanos de todos los países se reunieron en esta plaza para rendir homenaje a las víctimas del hambre, la ignorancia y la violencia. Reafirmaron su convicción de que la miseria no es una fatalidad y proclamaron su solidaridad con quienes luchan a través del mundo para acabar con ella.
“Allí donde hay personas condenadas a vivir en la miseria, los derechos humanos son violados. Unirse para hacerlos respetar es un deber sagrado”.
«Responder al llamado del 17 de octubre a poner fin a la pobreza: una vía hacia sociedades pacíficas e inclusivas»
El tema de la conmemoración de este año 2017, nos recuerda la importancia de la dignidad, de la solidaridad y de escuchar a las personas más desfavorecidas, puntualiza la Organización. El Compromiso de Acción pone de manifiesto estos valores para luchar y acabar con la pobreza. Estos son también evidentes en la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible que fija la erradicación de la miseria como el objetivo fundamental y obliga a todos los países a eliminarla, mediante estrategias que garanticen el ejercicio de todos los derechos humanos y aseguren que no se deja a nadie atrás.
La importancia de sensibilizar al público, de la voz y de la participación activa de las personas que viven en la pobreza se reconoce a la vez en el texto de la misma Agenda y en el proceso de las consultas conducidas por las Naciones Unidas que han garantizado que las preocupaciones y prioridades de millones de pobres sean escuchadas y tomadas en cuenta. Su participación activa es esencial para el éxito de los Objetivos de Desarrollo Sostenible.