Clarence Walton Lihehei, a mediados de los años 50’s del siglo XX, llevaba una carrera en ascenso, la cual se detuvo abruptamente al diagnosticársele un linfosarcoma de glándula parótida, que le dejaba entre el 5 y el 10% de probabiliddes de vida para los próximos cinco años; ante este panorama Lillehei, a la edad de 31 años, se sometió a una cirugía de la cara y el cuello realizada por Dr. Wangensteen, su amigo y mentor.

Después de la radioterapia fue poco a poco recuperándose, exhibiendo una tenacidad y valor notables. Como secuela de esta gran cirugía, su cuello quedó ligeramente desfigurado para el resto de su vida.

Al recuperar su salud, Lillehei se enfocó en la cirugía cardiaca, particularmente en la realizada a corazón abierto. En el año 1953, el Dr. John Gibbon, en Philadelphia, realizó su primera cirugía exitosa con el uso de circulación extracorpórea, en la que empleó un complejo oxigenador de cascada y una bomba de rodillos. Sin embargo la mortalidad de la cirugía a corazón abierto era alta, principalmente a causa de los rudimentarios sistemas de circulación extracorpórea.

Esta situación cambió en 1954, cuando Lillehei y sus asociados ―Morley Cohen, Herb Warden y Richard Varco— usaron su método de “circulación cruzada” de la sangre, controlada, para reparar un defecto septal del corazón, en un niño de 11 años.

El padre anestesiado, sirvió de oxigenador y bomba. La sangre era derivada de las venas cavas del paciente hacia la vena femoral del padre, de ahí a la aurícula derecha y la circulación pulmonar, donde era oxigenada y se regresaba al paciente, a través de arteria carótida. El defecto septal fue reparado en 19 minutos.

En los siguientes meses, Lillehei operó a 45 pacientes con este método, la mayoría de estos, con complejos defectos ventriculares y con una edad promedio menor de 2 años. A pesar de que la circulación cruzada fue un gran avance, el método no se expandió debido al alto riesgo al que se exponía el donante durante este procedimiento. No obstante, Lillehei tuvo la oportunidad de desarrollar muchas de las técnicas que hoy constituyen la base de la cirugía moderna, tales como la implantación de electrodos epicárdicos para la estimulación por marcapasos.

Para 1955, cuando se publicaron dichos trabajos, ya se habían realizado 39 operaciones con sólo siete defunciones.

De: Clarence Walton Lihehei, El hombre que desafió la muerte.

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