En la reforma educativa no hay ningún componente de diagnóstico que sustente los elementos con que se pretende alcanzar la calidad con equidad, objetivo que justifica la modificación constitucional, afirmó el doctor Mario González Rubí, investigador del Departamento de Sociología, de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM).
En la mesa redonda La reforma educativa, organizado por la coordinación de la licenciatura en Derecho de la Unidad Azcapotzalco de las UAM, el investigador del Departamento de Sociología sostuvo que la reforma en educación impulsada por el actual gobierno de la República es más de carácter laboral porque se centró específicamente en la situación de los profesores y “dejó muchas lagunas acerca del proceso pedagógico”.
El especialista dijo que no se trata de una reforma pedagógica, “porque está muy diluido el tema de lo que significa la educación” y ahí “me parece que hay un vacío muy grande y al tener ese vacío no sabemos hacia dónde vamos”.
Al referirse al tema de la formación de los profesores, indicó que a diferencia de otros profesionales que llegan a dedicarse a la enseñanza, los normalistas se forman desde un principio bajo un eje específico que es el de “llegar a un salón de clase y generar condiciones y procesos de aprendizaje”, por lo tanto es necesario preguntarse cuáles son las dudas acerca de su formación y de las formas de ingreso.
“Si en este país los profesores fueron formados y se les proporcionaron condiciones para desempeñar una carrera muy específica”, cuáles son los elementos que determinan que el ingreso debe pasar por un examen de oposición, que debe haber evaluación continua que dé lugar a la permanencia, así como a la seguridad a lo largo del tiempo en el empleo, apuntó el investigador, quien añadió que si el Estado no se está haciendo cargo de formar bien a los maestros, entonces “no nos estamos haciendo cargo de la educación normal y entonces ahí hay un vacío en la reforma”.
En relación con la creación del Instituto Nacional para la Evaluación Educativa (INEE), refirió que ya por años se ha discutido que no es lo mismo evaluar que medir. La UAM por ejemplo, desde hace 40 años utiliza un modelo que no es medible en términos numéricos, porque desde hace 40 años quería evaluar y no medir.
Al INEE, sin embargo, una de las tareas que se le piden es precisamente que mida procesos educativos, “que son procesos y entonces tenemos problemas”.
La reforma tampoco presenta un diagnóstico de por qué las escuelas de tiempo completo serían mejores que las anteriores. Supuestamente al estar un mayor número de horas en la escuela se va a aprender más, pero “tampoco hay un sustento al respecto”, porque hay países donde el número de horas es menor y sin embargo el aprovechamiento o el impacto en la educación es mucho mejor, tema al que se añade el de la insuficiente infraestructura en los planteles.
El doctor González Rubí insistió en que la reforma no es una novedad en el sentido de que sus principios aparecen en los programas sectoriales desde hace muchas décadas, aunque los alcances han sido limitados, y ahora lo que sigue ausente es el diagnóstico.
Paradójicamente, aseveró, la evaluación no debe ser el momento final, sino el de inicio. Antes de plantear la reforma “debimos conocer cuál era la condición de los profesores, de las escuelas, de los planes de estudio, entre otros factores. Hasta donde he visto estos son temas permanentes y recurrentes, pero las soluciones siguen estando ausentes”.
Las reformas tiene aspectos laborales, administrativos, políticos, pero siguen ausentes los aspectos educativos, finalizó.
En esta mesa redonda inaugurada por el doctor Romualdo López Zárate, rector de la Unidad Azcapotzalco, participaron también el doctor Alejando del Palacio, investigador del Departamento de Derecho; el licenciado Luis Vega García, de la SEP, y el doctor César Becker Cuéllar, titular de la Coordinación de Enlace de la Secretaría de Educación Pública.
(UAM)