El avión Solar Impulse II (SI2) despegó el 9 de marzo del aeropuerto de Al Batin, en la capital de los Emiratos Árabes Unidos, para dar la vuelta al mundo en 12 etapas, sin combustible, propulsado únicamente por la energía solar, en una gesta que se calcula dure 5 meses, a una modesta velocidad de entre 50 km/h y 100 km/h.
Con las luces del amanecer, el piloto suizo André Borscheberg tomó impulso a los mandos del prototipo –el segundo de su generación– y despegó del suelo silenciosamente rumbo hacia la meta de su primera travesía, Mascate, capital del sultanato de Omán, donde aterrizó tras 12 horas de vuelo.
Junto al piloto, también toma parte en esta aventura Bertrand Piccard, con quien Borscheberg se turnará a los mandos de la nave. Dos centenares de personas en autobuses descubiertos se trasladaron hasta el lugar para ser testigos del comienzo de esta aventura solar, que pretende marcar un hito histórico: recorrer 35.000 kilómetros sin emplear una sola gota de combustible sólido.
Piccard y Borscheberg son también los fundadores de la misión
Los invitados que presenciaron su partida tomaron posiciones a las 06.00 de la mañana, hora local, para poder contemplar en primera fila el despegue, que quedó registrado a las 7:12 horas (3:12 GMT).
Los promotores del vuelo buscan demostrar que es posible recorrer grandes distancias usando energías renovables, lo que también implica transmitir un mensaje político sobre la importancia de las tecnologías limpias.
El SI2, cumplió el miércoles 11 su segunda etapa y aterrizó en India, batiendo un primer récord de distancia.
La pretensión es que el vuelo como máximo a 8.500 metros de altitud y de los cinco meses que se calcula dure la travesia, se piensa que 25 días serán de vuelo efectivo.
Así el regreso a Abu Dabi se calcula entre fines de julio e inicios de agosto.
Por el recorrido que se trazó y la altura se calcula que la soportará temperaturas de entre 40 y -40 grados centígrados.
“Técnicamente tenemos un avión que puede volar noche y día, con una resistencia prácticamente infinita”, explicó André Borscheberg. “Tenemos un avión sostenible del lado de la energía. La cuestión es cómo hacer ‘sostenible’ al piloto cuando tenga que sobrevolar el océano durante una semana”.
Esto implica definitivamente un desafío físico y psicológico para los dos tripulantes de la misión, quienes se van a relevar durante cinco meses al mando del aparato monoplaza, que viajará a una velocidad de tortuga, pues el piloto debe permanecer durante horas en una cabina exigua no presurizada.
La etapa más larga, de Nankin (China) hasta las islas Hawái, en el Pacífico, debe durar cinco días.