Las larvas de las moscas pueden convertirse en una amplísima fuente de productos antibacterianos de origen natural, de acuerdo con los resultados iniciales de una investigación desarrollada en la Universidad Nacional (UN) de Colombia, que busca determinar la actividad antibacteriana de larvas de la mosca Lucilia eximia, con miras a desarrollar -precisamente- un antibiótico de origen natural.

Sin embargo, la propuesta no es nueva, si no que fue una práctica popular especialmente en la primera guerra mundial, cuando se descubrió que las larvas puestas sobre las heridas de los combatientes ayudaban a sanar rápidamente, pero que no es tan aceptada por los pacientes, ni tan utilizada por los médicos en América.

A nivel mundial, se conocen trabajos con otras especies, como la Lucilia sericata, cuyas larvas también han sido utilizadas en bioterapia para sanar heridas y los compuestos de su hemolinfa se han incluido en hidrogeles, apósitos que se ponen sobre una lesión de piel para ayudar a cicatrizar.

En consecuencia, Paula Giraldo, bióloga de la Universidad Nacional, Sede Medellín, identificó ciertas propiedades antibacterianas en la hemolinfa (líquido circulatorio equivalente a la sangre de los vertebrados) de la especie Lucilia eximia, mosca típica del trópico y presente en Colombia.

Así, a raíz de esa idea y tomando como referencia antecedentes históricos de terapias en las que se utilizaban larvas de moscas en heridas graves infectadas, la bióloga Giraldo decidió dar un paso adelante en el trabajo que desarrollan investigadores de la Universidad de Antioquia, quienes han tratado con este método a pacientes diabéticos que presentan úlceras contaminadas y los resultados han sido positivos.

Según explica la investigadora Giraldo, “viendo que estos organismos tienen la capacidad de ayudar en el proceso de cicatrización, desinfección y combate de bacterias, decidí buscar en su sistema inmune, excreciones y secreciones, para saber cuáles serían los compuestos con actividad antibacteriana. Así, encontramos fracciones de hemolinfa y exosecreciones, separadas por métodos químicos, que presentaron dicha actividad”.

Según información bibliográfica, estos insectos, algunas plantas y varios animales poseen en sus sistemas inmunes cadenas cortas de aminoácidos denominadas péptidos antimicrobianos, los cuales se expresan como respuesta a la contaminación producida por microorganismos como hongos y virus. Justo eso era lo que había que descubrir.

Para el procedimiento, fue necesario poner varias trampas con hígado crudo para atraer su atención y lograr que dejaran sus huevos con el fin de reunir una colonia base en el laboratorio, debido a que las moscas se alimentan de tejidos muertos.

De los huevos eclosionan las larvas, las cuales son identificadas con la ayuda de claves taxonómicas, para asegurarse de que tengan todas las características morfológicas de la especie con la que se realizarán los experimentos. Entonces, son mantenidas en un medio alimenticio aséptico o en hígado fresco de cerdo, hasta que alcanzan el tiempo de desarrollo indicado (instar) para desarrollar las pruebas.

Una vez alcanzan su madurez, algunas son contaminadas, con el fin de inducir la expresión de moléculas de respuesta a la infección que circula en la hemolinfa. Otras son incubadas en agua, donde excretan y secretan los compuestos que ayudan a digerir el tejido muerto, como lo harían si estuvieran en una de las heridas infectadas o en un cuerpo necrótico de los que se alimentan.

A partir de eso, se comenzó la búsqueda de los compuestos y se comparó el sistema inmune de las larvas cuando estaban expuestas o no a bacterias. De ahí se encontró una mayor actividad del sistema inmune cuando se aplicaban a las heridas.

“Dividimos las exosecreciones y las hemolinfas según sus tamaños moleculares, las caracterizamos por métodos químicos y encontramos fracciones que tienen actividad sobre bacterias Gram positivas y Gram negativas (clasificación general que tienen cuando tiñen con un colorante particular), en la que las primeras eran más susceptibles”.

Asimismo, la experta afirmó que se halló actividad sobre organismos como la Escherichia coli y Staphyloccocus aureus, muy importantes en el área médica, debido a que presentan cepas resistentes a antibióticos a nivel mundial, lo que hace que las infecciones que causan puedan volverse intratables.

Si bien el hallazgo es importante, esta etapa corresponde solo a un pequeño paso en el proceso de llegar a la caracterización completa, trabajo que requiere más investigación y recursos económicos y tecnológicos.

Según Giraldo, hay que purificar cada fracción, determinar exactamente cuáles son los compuestos, modelarlos y sintetizarlos en cantidades suficientes para ensayarlos nuevamente y estudiar en detalle sus propiedades fisicoquímicas. “Tenemos fracciones potenciales en un tema que se llamaría Bioprospección en insectos”, afirma.

El resultado es un recurso para desarrollar nuevos antibióticos, con el valor adicional de que son de naturaleza peptídica, es decir, están compuestos del mismo tipo de moléculas que una proteína, a diferencia de los antimicrobianos convencionales, frente a los cuales las bacterias presentan resistencia.

Aunque se han hecho trabajos similares, lo novedoso está en la selección de la especie, debido a que es un insecto común y de amplia distribución en nuestro país, que puede considerarse promisorio para buscar moléculas con efectos biológicos. Además, es un aporte al conocimiento del recurso genético colombiano.

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