Más que desatar un conflicto bélico lo que pretende Corea del Norte con sus “escaramuzas”, es obtener la atención del mundo y negociar tanto al interior como al exterior del país.
Muchos de estos movimientos están relacionados con su política interna, pues a pesar de que da la impresión de ser un régimen autoritario y monolítico, en su interior tiene facciones que buscan, por un lado, una reforma económica y, por otro, mantener el modelo económico como uno de sus elementos fundamentales: la militarización.
Así lo consideró el doctor en ciencia política José Luis León Manríquez, profesor-investigador del Departamento de Política y Cultura de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM), quien detalló que el conflicto entre las dos coreas es un fenómeno cíclico que ocurre desde hace años.
El patrón es que Corea del Norte dispara algunos misiles, de repente estalla artefactos como lo hizo en 2006, 2009 y 2012; recorta el teléfono rojo o línea de comunicación en momentos de crisis entre los dos países y eventualmente puede o no haber algún enfrentamiento de carácter limitado a partir de lo cual se relajan las tensiones.
El especialista en transformaciones en el sistema internacional puntualizó que Corea está empeñada en tener una actitud bélica porque es su forma de negociar y llamar la atención del mundo, sus intenciones no son una guerra, pues la perdería porque su armamento es obsoleto, en tanto Corea del Sur con una economía más fuerte y con el apoyo de Estados Unidos, posee un armamento más moderno y actualizado.
No obstante, aseguró, que quienes tienen armas nucleares no las usan, sino como objetivo de disuasión, es decir, para evitar ser atacados, por lo que constituyen un elemento de seguridad. En un conflicto bélico, Corea del Norte tendría todas las de perder, pues una réplica estadounidense desaparecería al país de la faz del planeta.
Una lectura más profunda revela que este es el resultado del patrón cíclico de crisis internacionales y reacomodos en la élite política y económica de Norcorea, que es gobernada por una dinastía no muy coherente, por una élite con distintos intereses como el complejo militar industrial y los militares interesados en generar la idea de un conflicto para obtener mayores recursos.
Otra facción busca reformas económicas para acercar más la economía al modelo chino, introduciendo mecanismos de mercado sin renunciar a la planificación central.
Las amenazas, el intento de estallar armas nucleares, la cancelación del teléfono rojo son medidas orientadas a satisfacer a los militares que operan dentro del régimen para darles la seguridad de que sus intereses no van a ser tocados.
Algo casi inadvertido es que uno de los reformadores económicos más reconocidos de apellido Pak, fue rehabilitado después de tres años de estar fuera de la élite del poder, por tanto este puede ser un acto de equilibrio político, donde se da certidumbre a militares de que el país ejercerá el recurso de las armas y, por otro lado, se da cabida a los reformadores del régimen.
La intención última del régimen norcoreano, dijo, es ser reconocido como un Estado nuclear como India y Paquistán, países muy cuestionados y que al paso del tiempo normalizaron su relación con occidente, “por ello veo difícil que en cualquier negociación los norcoreanos se desarmen, porque contar con armas les da seguridad”.
La segunda apuesta es que una vez que sea reconocido se normalicen sus relaciones con China, Corea del sur, Estados Unidos y así recibir algunos recursos para relanzar su economía y no hacer reformas políticas, sino algunas modificaciones económicas para garantizar la supervivencia del régimen.
León Manríquez estableció que lo que distingue esta crisis de otra no es el alto nivel de retórica belicista de Corea del Norte, sino que Estados Unidos y Corea del Sur han tenido una respuesta mucho más enfática.
En el terreno militar la respuesta ante las recientes acciones ha sido el establecimiento de maniobras conjuntas entre Estados Unidos y Surcorea y el envío de armamento militar sofisticado: misiles, “aviones que si bien la idea es no usar, mandan un mensaje muy claro a Corea del Norte sobre el hecho de que no se quedarán cruzados de brazos”. Esto es lo que preocupa a la comunidad internacional porque pareciera acercar más a una posible guerra.
Consideró que China podría ejercer influencia y presiones sobre Corea. Muchos piensan que China es aliado incondicional de Corea del Norte y no es así, más bien pretende que se ajuste a las reformas económicas que hizo en 1978 y que normalice su situación internacional.
China no quiere desestabilizar políticamente a Norcorea pero está preocupada porque uno de los resultados de la tensión en el noreste asiático es que Japón que no tiene un impedimento económico, pero sí político, pudiera adquirir armas o cambiar su constitución y producir armas nucleares, lo cual sería peligroso pues es un vecino con el que históricamente ha tenido fuertes tensiones y existe un equilibrio delicado.
Puntualizó que China podría estar dispuesta a hacer mucho más para bajar el nivel de la belicosidad norcoreana y el de confrontación, que sobrevive de la ayuda internacional, así como del comercio y ayuda energética con China.