Jean-Marie Gustave Le Clézio, premio Nobel de Literatura, quien no desperdicia momento para hablar de su gusto por México, cuando le preguntaron, junto con el historiador Jean Meyer ¿qué imagen tienen del México que están viviendo ahora?, respondió:
“Las drogas son el veneno de nuestra época, pero su contraveneno son la cultura y la educación”… “Es evidente que México está pasado por una situación difícil y aunque no se puede hablar de una situación de guerra, sí se encuentra en un momento clave en el que hay que revisar, platicar y organizar un frente de resistencia”.
Le Clézio, que en todo momento se manejó con amabilidad hacia México se quedó un momento pensando su respuesta y dijo que es imposible separar la historia del lenguaje, porque sería como separar la mirada del ojo, además comentó que en todas las épocas hay un mal que toma diferentes formas.
Le Clézio, junto con Meyer tuvieron a su cargo la primera platica del Hay Festival Xalapa, 2012, la cual fue moderada por Martín Solares.
Ahí Jean Meyer antes de expresar su respuesta a la pregunta, pidió disculpas por lo que iba a decir, pero que iba a decirlo. México se ha caracterizado por su optimismo, en el que cada seis años dice que ahora sí, vamos a cambiar, pero que a la vez en México somos ombliguistas, narcisistas, y al mismo tiempo tenemos la tendencia a criticarnos, despreciarnos incluso y de la forma más negra posible.
No es posible negar la violencia que existe debido al narcotráfico, enfatizó Meyer, quien añadió que hubo un momento en que el problema no era tan fuerte y que las personas que pudieron evitarlo y detenerlo no lo hicieron, porque no querían ver el problema.
Meyer incluso alertó que “esta violencia poco a poco perforó los municipios y si no se hace nada subirá más y más por la pirámide de poder. El México de hoy es incomparable al de hace 50 años, por lo que se necesitan nuevas medidas”.
Le Clezio, por su parte, no ve a México como un territorio en guerra porque asegura que las drogas son un problema que se está combatiendo, y la situación de violencia en México no es de tal gravedad como una guerra, porque él vivió la Segunda Guerra Mundial y tuvo que huir a las montañas de Niza. De esa parte de su vida surgió su libro Revoluciones, donde también narra lo vivido en Tlatelolco hace 44 años en México.
Ambos franceses llegaron a México por primera vez en 1968, como parte de su servicio militar, y los dos se enamoraron de México desde entonces.
Con esa visión Jean Meyer agregó que México a pesar de lo que se piense es el país más estable de Latinoamérica, y sacó a colación la cuidad de Caracas, considerada una de las ciudades más peligrosas de mundo, más que Cuidad Juárez.
Mientras que Le Clézio también agregó que nuestro país ha sido un faro de la cultura en Latinoamérica, por lo que ve en México un lugar donde hay que celebrar el valor del arte, la cultura y la intelectualidad para generar una unidad que no tenga nada que ver con los intereses económicos ni corruptos. Una visión humanista que a muchos nos hace falta, puntualizó.
En el inicio del Hay Festival, ambos estuvieron con Martín Solares y platicaron sobre su experiencia con la historia mexicana, su arribo a nuestro país, su amistad basada en la literatura y en su calidad de paisanos, así como la labor de su trabajo literario, nutrido particularmente por la narración de sus padres, la vida misma y, entre otros, un autor mexicano, Luis González, historiador y autor del libro “Pueblo en Vilo. Microhistoria de San José de Gracia”, al que ambos escritores expresaron un especial cariño, ya que les mostró que la escritura y la historia deben salirse de los limites de la academia para acercarse a algo más humano, plagado de la tradición oral y el leguaje coloquial.
Para Jean Meyer Luis González fue un revolucionario de la lengua a partir de 1001 años de lengua española, un hombre de todos los siglos, quien introdujo la historia oral en la historia formal, que no era admitida anteriormente porque lindaba con el periodismo.
Jean-Marie Gustave Le Clézio en cambio apuntó como la principal aportación de Luis González, el que siempre reconoció que todos los seres humanos tienen algo valioso en el corazón, sin importar sus conocimientos ni raza; “no legó riquezas, pero sí el oro de la palabra”, enfatizó.
Entre los asistentes se podía ver el beneplácito ante la plática de estos dos escritores franceses y aunque las preguntas de Martín Solares eran de repente un tanto vagas y se notaba en el rostro de Le Clézio la confusión, las más de 300 personas no perdían una sola palabra.
Poco a poco, Meyer platicó su encuentro con México, un tanto romántico, y Le Clézio dijo que llegó a nuestro país desde Tailandia, un lugar que le parecía vulgar y peligroso porque se había convertido durante la Guerra de Vietnam en el lupanar norteamericano, y en cambio su primera impresión de México fue la de un lugar de tranquilidad y libertad.
Entre esas palabras amables y típicas de los extranjeros en México, Martín Solares hizo una pregunta, tal vez la pregunta de la noche, casi al final de la conversación, su impresión sobre el México actual.
Ahí también habló de la falta de creatividad y los tintes políticos como las amenazas que tienen hoy en día los artistas, pero si se superan, pueden surgir verdaderos productos estéticos que aporten luz la sociedad.
Meyer y Le Clezio vinieron por primera vez en 1968 para hacer su servicio militar, pero se enamoraron de México y los dos regresaron más tarde para conocer las etnias del país.
Fue en esa época que realizaron un viaje al territorio Huichol. Contó Le Clezio que mientras viajaban en medio del desierto, su mula se asustó al oír a los lobos que les rodeaban y lo dejó en medio de la nada; unas horas más tarde Meyer y la guía regresaron por él.
Dijeron que buscaban un país exótico, pero se encontraron con una realidad mucho más atrayente, fuerte y verdadera.
Le Clézio Comentó que como creador jamás escribe algo que no le hayan contado. Todos sus cuentos y novelas se basan en la memoria propia o de amigos; para él “hace falta un cuentero para que la memoria no desaparezca.”
Finalmente el premio Nobel comentó que México debe sentirse orgulloso de su interculturalidad y debe enaltecer sus valores culturales, así como trabajar en la educación, cultura y unión familiar para combatir el narcotráfico.