Las instituciones de educación superior (IES) enfrentan entornos cada vez más cambiantes y agresivos; docencia, investigación y vinculación como funciones sustantivas requieren arreglos estructurales flexibles y procesos complejos y específicos para desarrollarse, señala el doctor Antonio Barba Álvarez, profesor-investigador del Departamento de Economía de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM) y coordinador del libro «Instituciones de educación superior, políticas públicas y organización», editado por la UAM y editorial Porrúa.
En el capítulo La calidad en las instituciones de educación superior en México: ¿De lo privado a lo público?, el investigador destaca que las estructuras organizacionales de las universidades están consideradas como las más cambiantes, ambiguas y anárquicas.
Por ello, afirma, un aspecto reiterado tanto a nivel interno como externo es la calidad, lo cual da pie a la instrumentación de políticas públicas, programas y sistemas que tratan de homogeneizarla, precisó el especialista en cultura organizacional.
Si bien buena parte de las políticas académicas para mejorar la calidad de la IES en México surgen de acuerdos entre ellas, es en la asamblea general de la Asociación Nacional de Universidades e Instituciones de Educación Superior (ANUIES), donde se generan las políticas más importantes bajo la premisa de que el mejoramiento y aseguramiento de la calidad está ligado a procesos de evaluación para que las IES puedan conocer de manera sistemática los aciertos y desviaciones de su proyecto académico.
El investigador de la Unidad Iztapalapa establece que la evaluación es considerada como un sistema coherente entre los distintos factores que constituyen el ser, el hacer y el deber, y que implican tres dimensiones: coherencia con el proyecto institucional y sus programas, con las actividades desarrolladas para cumplir con los objetivos de cada programa, así como eficiencia entre los recursos invertidos, el esfuerzo y el tiempo empleado en lograr objetivos.
Pero el mejoramiento de la calidad está ligado a la continua innovación tanto en lo académico como en los procesos de gestión. De cara al nuevo milenio, es un reto para las organizaciones que aprendan sin cesar y que innoven sus procesos y estructuras. Por tanto, subraya, calidad, evaluación e innovación son inseparables para consolidar el sistema de educación superior en México.
Barba Álvarez advierte que uno de los problemas de implementar programas de calidad es que también responden a lineamientos generales establecidos por organismos internacionales que aplican las medidas sin considerar las diferencias socioculturales, políticas y económicas, ni las especificidades regionales y locales.
En este sentido la ANUIES ha señalado la persistencia de ciertos problemas que obstaculizan la calidad de la educación: condiciones heterogéneas y evidentes desigualdades en la calidad de las IES y a su interior; programas insuficientes para la nueva conformación de los campos de conocimiento y de práctica profesional.
Además de bajos índices de eficiencia terminal en licenciatura y posgrado, así como deserción y modelos pedagógicos convencionales centrados en la enseñanza y no en el aprendizaje.
Sin embargo, el especialista enfatiza que lejos de ser una alternativa de la burocracia, los modelos de calidad extienden los procesos de burocratización. Debido a la flexibilización de la estructura organizacional de las IES, la relación de dominio se hace más difusa, pero más contundente, pues quien ejerce el poder desaparece de manera simulada con el apoyo de la calidad.