Euterpe (de las colección Las Nueve Musas)- Hendrick Goltzius, British Museum

Euterpe (de las colección Las Nueve Musas)- Hendrick Goltzius, British Museum


Manuel Martínez Morales

Para Valentina y Carolina, musas de siempre.

Y la tarde enseña la cintura 
y el tiempo enseña que hay cosas que no se curan
y las musas huyen si las asedias
y otra canción que va a quedar a medias… 

Jorge Drexler

La noche estaba cerrada y las heridas abiertas;  tenía la edad aquella en que la certeza caduca, así que Mané se sentía extraviado en la playa desierta pero, de pronto, al mirar el mar vio, en la oscuridad, que el mar brillaba con un brillar de noctilucas.

Caminando sobre la arena húmeda creyó entender que todo acto creativo, en la ciencia o el arte, reclama del ejercicio de la imaginación, y ésta para dar frutos debe afirmarse como cualidad gratuita y espontánea. Gratuita en el sentido que se debe estar libre del compromiso de crear con alguna finalidad. La creación brota como un hijo de las entrañas de su madre, después de un periodo de silenciosa gestación. Así, cuando surge la idea clave en una investigación científica, la pincelada que culmina la obra del pintor, o el verso que cierra magistralmente el poema, cada uno de estos acontecimientos resulta ser el producto de un periodo de una interna y silenciosa gestación inconsciente, e involuntaria, en su mayor parte.

Y la tarde se escapa/ verso adentro y yo sigo buscando/ sin encontrar mi centro/ y pongo ladrillo sobre ladrillo/ y sigo sin dar con el estribillo…

En todo caso, el único compromiso sería el de escuchar atentamente el canto de las musas y, si no se escucha, pues habrá que ir en su busca. Pero, ¡cuidado!, el acto creativo debe ser espontáneo y no presionar demasiado a las musas, pues éstas huyen si se les asedia, como Mané ha comprobado ya muchas veces.

Entonces el artista o el científico debe tener paciencia y esperar, como se espera el nacimiento de un hijo. Esperar picando piedra, buscando la veta, poniendo ladrillo sobre ladrillo aunque se tarde en dar con el estribillo.

Mané recuerda los momentos en que esperaba el nacimiento de sus hijas y llega a su mente, sin quererlo y de quien sabe donde, parte de una canción…

Algo de aquel asombro debió anunciarme que llegarías/ pues yo desde mis escombros,/al igual que el mar sentí que fosforecía./ Supe sin entenderlo de tu alegría anticipada/ un día entenderás que habla de ti esta canción encandilada…/ brilla noctiluca, un punto en el mar oscuro donde la luz se acurruca.

Tal vez sea por estas imparables divagaciones que nuestro personaje, secretamente, aspira a ser payaso o al menos comediante, desde luego que dentro del fabuloso teatro científico. Aunque lo más lejos que ha llegado es a ofrecer en trueque su título de doctor en matemáticas (legítimo y certificado, por si hubiera dudas) a cambio de lecciones para convertirse en percusionista en alguna orquesta de salsa, pues le parece que tal ocupación también demanda de gran imaginación y creatividad, y es divertida al igual que la investigación científica. Podría componerse la salsa de la biología molecular, por ejemplo. Seguramente sería rítmica y colorida, invitando a bailar y a acercarse al tema. ¡Chido! Bailar al ritmo del ADN mientras se aprende que onda con la estructura de éste y su función, en vez de estar sentaditos en incómodos pupitres escuchando a medias los rollos de algún aburrido sabio.

Mané ha intentado en diversas ocasiones, con el concurso de sus amigos, de hacer de la ciencia una comedia, o hacer comedia científica si se vale el término. Hasta es el inventor del protométodo,  propuesta pedagógica para iniciar a los jóvenes en la investigación científica que incluye poesía y baile, aunque por hueva no lo patentó y quedó perdido en la nube, al igual que otros de sus inventos como la máquina para  clonación virtual. Ni pex.

Por eso le maravilla y entusiasma que se monten espectáculos como uno, reciente, en el cual –según consigna una nota periodística- los relatos clínicos del neurólogo británico Oliver Sacks son retomados por la compañía de teatro Todas las Fiestas de Mañana en la obra Reincidentes, que se escenificó en el Foro Sor Juana Inés de la Cruz del Centro Cultural Universitario.

Se dice que la propuesta escénica es una experiencia colectiva que borra la frontera divisoria entre público y actores para crear un terreno común y confrontar los prejuicios que tenemos en torno a la salud y la enfermedad mental y a lo que es y no es aceptable en el comportamiento social.

Las historias de Sacks -neurólogo, escritor y aficionado a la química- describen la vida de manera apasionante en torno al ser humano y lo que sucede en su memoria. Plantea temas como la diferencia, la enfermedad, la pérdida y la necesidad de una nueva realidad.

¡Sí se puede! Se pueden entretejer ciencia y arte, concluye Mané y, antes que la canción quede a medias, busca su máscara de Guy Fawkes símbolo del grupo hacktivista  Anonymus, para dirigirse a participar en el seminario sobre lógica áspera, tratando de olvidar que el número de personas que no pueden adquirir la canasta alimentaria con su ingreso laboral aumentó en México durante los pasados dos años en 2 millones 208 mil personas. ¿Será esta la áspera lógica cotidiana de millones de compatriotas?

Y aunque no haya una razón/ todos a sus puestos/ la vida puede que no/ se ponga mejor que esto./ Por una vez que no duele/ todo el mundo a bordo/ que la pena cante hoy/ en oídos sordos.

Reflexionar para comprender lo que se ve y lo que no se ve.

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