¿Por qué a los hablantes del español se nos resisten otras lenguas? La causa no es ni genética ni étnica, sino que procede de un conjunto de circunstancias culturales sumadas a un mal aprendizaje. Especialistas en lingüística apuestan por las nuevas tecnologías para invertir esa deficiencia.
Víctor García Martín no sabía decir ni una palabra en alemán cuando llegó a Schweigen en marzo de 1962. Como tantos otros inmigrantes españoles, se vio obligado a abandonar su casa en Murcia para trabajar en una empresa con otros 10.000 pintores. Al igual que sucede con los niños, Víctor experimentó una inmersión en este idioma a fuerza de escuchar a sus compañeros de trabajo y a la familia que le alquilaba una habitación.
No tuvo acceso a academias, clases de gramática ni más formación que la necesidad de entender y hacerse entender. Tardó dos años en comprender a la perfección lo que le decían pero hoy, 45 años después, todavía sabe alemán aunque nunca aprendió a escribirlo.
El potencial de Víctor y de toda una generación de inmigrantes fue la comprensión oral; precisamente el talón de Aquiles que condena en la actualidad a los hablantes del español a la cola de los rankings internacionales sobre destrezas lingüísticas foráneas. ¿Por qué se nos resisten tanto los otros idiomas?
Para Víctor y sus coetáneos el aprendizaje de otro idioma no era una asignatura sino que impregnaba su entorno: el trabajo, la vida familiar, los momentos de ocio… Y más: su permanencia en el puesto dependía en buena parte de su integración; les urgía hacerse con esa lengua.
«La enseñanza de un idioma no puede cortarse cuando llegas a casa. Tiene que ser una actividad más de tu vida diaria: si quieres dominar el inglés, debes escuchar la radio, ver películas o charlar con otras personas por diversión en inglés, fuera del aula. Hace muy pocos años esta posibilidad era muy difícil si no disfrutabas de una estancia en el extranjero, pero las nuevas tecnologías pueden solucionar este problema», explica a SINC José Manuel Vez, catedrático de Didáctica de la Lengua y director del Observatorio Atrium Linguarum de la Universidad de Santiago de Compostela, España.
Ambientes lingüísticos amables
Con dar a un botón del mando de la TDT –prosigue Vez– tus hijos verán los dibujos animados en versión original, puedes chatear en la computadora con nativos del idioma ingles, descargarte podcasts en tu teléfono, leer un periódico en ese idioma desde tu tableta… Las maneras son múltiples y sin costo adicional para lograr un aprendizaje incidental, el que se adquiere sin darse cuenta de ello».
Esta vía para generar «ambientes lingüísticos amables», como lo define Vez, propiciaría un punto de inflexión. El Estudio Europeo de Competencia Lingüística (EECL), elaborado por la Unión Europea en 2011, revela que solo un 28% de los estudiantes españoles de 16 años tiene un nivel de inglés competente (B2). De los 14 países evaluados, España ocupa el noveno puesto en este idioma.
En una comparativa entre los resultados obtenidos por los alumnos españoles y los logrados por los suecos en inglés en el EECL –los primeros en el ranking–, se demuestra que el hecho de que estos menores nórdicos siempre hayan visto televisión, cine y videojuegos en versión original les ha otorgado una gran ventaja en comprensión y expresión oral.
El catedrático José Manuel Vez, como uno de los expertos consultados por el Ministerio de Educación, de España, para evaluar dicho estudio, asegura en sus conclusiones que evitar el doblaje en el ocio audiovisual de nuestros alumnos supondría una mejora en su capacidad de entender el inglés «mayor que charlar con personas que saben el idioma e incluso los viajes a países de habla anglosajona».
Un sistema educativo fallido
Para más, el EECL también muestra que encima los estudiantes españoles comienzan antes la enseñanza reglada del inglés e invierten más horas semanales en hacer deberes que los niños suecos. Por eso los especialistas consultados por SINC consideran que el modelo educativo es otra de las causas de nuestra baja destreza en otras lenguas.
Luci Nussbaum, profesora del Departamento de Didáctica de la Lengua y la Literatura de la Universidad Autónoma de Barcelona y coordinadora del Grupo de Investigación en Enseñanza e Interacción Plurilingües (GREIP), explica que «el sistema de enseñanza de lenguas en España se caracteriza por ser extensivo y no intensivo. Sin embargo, la investigación ha demostrado que existen dos factores esenciales para el aprendizaje rápido y eficaz de las lenguas segundas y extranjeras: la intensidad de contacto con la lengua meta y la calidad de las actividades de aprendizaje».
Según la especialista, «los programas de inmersión que se practican en muchos lugares del mundo para enseñar segundas lenguas o en las escuelas de élite han demostrado ser los más eficaces para aprender varios idiomas simultáneamente».
Estos programas comportan un contacto intenso con la lengua meta –ocho o más horas semanales–, así como su uso para las actividades escolares significativas, como «aprender otras materias del currículo, realizar juegos, interactuar on line con escolares de otros países, y no solo ‘aprender lengua», añade Nussbaum.
Fernando Galván, catedrático de Filología Inglesa y rector de la Universidad de Alcalá de Henares, considera que el «uso de las nuevas tecnologías en las aulas supondría un costo cero. Siendo niños habría que vigilar su acceso a chats o páginas web, pero el sistema educativo debería aprovechar estas enormes posibilidades».
El hándicap de las «grandes lenguas»
Los nativos de las «grandes lenguas», como el español, el inglés y el chino, no han sentido una necesidad tan imperiosa de adquirir otros idiomas para comunicarse con el resto del mundo a lo largo de la historia. El 56% de la población española reconoce ser monolingüe en las encuestas del Eurobarómetro 243 «Los Europeos y sus lenguas», efectuadas en 2001 y 2005. Pero no es una carencia exclusiva de nuestro país: lo mismo ocurre en el Reino Unido y en Estados Unidos, como destaca Nussbaum.
Cuando el inglés se transformó en el ‘latín’ de nuestros días, un hecho influido porque los países anglosajones se hicieron con el poder geopolítico, los hispanohablantes se enfrentaron a un requisito lingüístico que finlandeses y checos tuvieron que sortear desde el final de la II Guerra Mundial. Ese retraso, como apunta Galván, es otro de los orígenes de las pocas competencias lingüísticas de nuestros ciudadanos en idiomas extranjeros.
Soluciones para mayores y pequeños
Además de las evidentes virtudes de las estancias en el extranjero, lo que no siempre es accesible, estos expertos hacen hincapié en la revolución que puede suponer para nuestra capacidad bilingüe el uso de las nuevas tecnologías. En el caso de los niños, Nussbaum defiende además la implantación en el sistema educativo de «los programas de Aprendizaje Integrado de Contenidos en Lengua Extrajera (AICLE), en los que el foco de atención no es la lengua en cuestión sino su uso en otras actividades escolares, como aprender otra materia del currículum».
¿Y qué pasa con los adultos? Para Vez la clave es «disciplina y motivación», que fueron los motores de los antiguos inmigrantes. Este catedrático entiende que «no todo el mundo puede irse una temporada fuera a aprender un idioma, pero sí pueden ver su serie favorita en versión original o chatear en foros especializados». El problema del adulto suele ser implantarse disciplina, pero «la motivación para dominar otra lengua en aras de mejorar profesionalmente funciona, por lo que se puede lograr», opina Vez.
Para desterrar otro temor muy extendido, Nussbaum asegura que «el mito de que los niños aprenden más rápido es cierto, pero solo por lo que se refiere a la fonética. Los adultos poseen estrategias de aprendizaje más desarrolladas y competencias superiores en el uso general del lenguaje». Eso sí, Vez advierte del peligro de la atrición lingüística, que se refiere a la pérdida de los conocimientos de un idioma por falta de práctica, lo que incluso se puede producir con la lengua materna. Si no usamos un idioma con frecuencia, se pierde.
Un truco para que los adultos pierdan el miedo y mejoren la comprensión oral es, como cuenta Galván, «empezar viendo películas o programas de televisión con subtítulos en español, después hay que utilizar subtítulos en el mismo idioma para comprobar las expresiones que no hayamos captado y, finalmente, podrá hacerlo sin subtítulos. Se necesita voluntad, pero tenemos las herramientas para vivir un momento histórico en el dominio de las lenguas».
La dichosa fonética inglesa
No existen lenguas más fáciles ni más difíciles para los hablantes del español, aunque es cierto que la fonética inglesa se nos ha indigestado y se ha extendido un complejo a hablar en este idioma por miedo a equivocarse. José Manuel Vez, catedrático de Didáctica de la Lengua y director del Observatorio Atrium Linguarum de la Universidad de Santiago de Compostela, reconoce que «existe ese freno en nuestra idiosincrasia cultural por efecto de una búsqueda de la perfección», y que «con un modelo de aprendizaje cognitivista se corregiría al llevar el idioma desde el aula, de la puntuación académica, a la calle».
Sobre el escollo fonético, Fernando Galván detalla a SINC que «el inglés utiliza unos sonidos vocálicos y consonánticos inexistentes en el español. Por ejemplo, existen 12 vocales. Por eso nos cuesta diferenciar entre latter y letter o ship y sheep. Pero por el contrario, su sistema morfológico y sintáctico es sencillísimo comparado con nuestro idioma: no hay terminaciones ni declinaciones. Así que deberíamos ver el equilibrio entre lo que no es fácil de aprender y lo que no, que se corrige practicando. Y vuelvo a aconsejar el uso de la tecnología para adquirir esas destrezas fonéticas».
Otra ventaja, en opinión de Luci Nussbaum, es que «existen muchas formas semejantes entre el español y el inglés, puesto que dicha lengua posee un enorme capital lingüístico románico, sobre todo léxico, procedente del latín a pesar de no ser una lengua románica».
Argumentos de peso para quitarnos el complejo frente al inglés.