Ventosaterapia

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Si las revistas Nature o Science publican por estas fechas la lista de eventos científicos del año, Real Clear Science (RCS) hace lo propio con las noticias más sonadas relacionadas con la pseudociencia.

La lista de 2016 es la siguiente:

  1. La muerte de la modelo estadounidense Katie May por la mala manipulación de un quiropráctico. La web enlaza a un artículo en el que recuerda que estas prácticas son inefectivas y no están avaladas por la ciencia.
  2. La reunión del presidente electo de Estados Unidos Donald Trump en agosto, cuando aún era candidato, con Andrew Wakefield, el investigador que publicó en 1998 un estudio fraudulento en el que afirmaba que las vacunas causan autismo. RCS teme que Trump pueda causar mucho daño a la salud pública si, como presidente, toma decisiones en este sentido.
  3. El desperdicio de 1,400 millones de dólares en campañas que promueven la abstinencia para combatir el SIDA en África, la cara negativa del Plan de Emergencia del Presidente para el Combate del Sida (President’s Emergency Plan for AIDS Relief, PEPFAR).
  4. Distintas prácticas pseudocientíficas publicitadas por los deportistas en los Juegos Olímpicos de Río, como el caso del nadador Michael Phelps y la “vacuoterapia” o “ventosaterapia”.
  5. La indemnización que tuvo que pagar Johnson & Johnson a Deborah Giannecchini, por la denuncia de que el talco que produce la compañía le provocó cáncer de ovario. Aunque la mujer convenció a un jurado, los científicos insisten en que tal conclusión no está demostrada.
  6. Las declaraciones de la candidata a la presidencia de Estados Unidos por el Partido Verde, Jill Stein –a la sazón graduada de Medicina por Harvard–, de que las señales wifi provocan daño cerebral en los niños.
  7. El estreno de un documental del antes mencionado Andrew Wakefield en el que defiende sus tesis anti vacunas, demostradas falsas por la comunidad científica.
  8. La acusación a la NASA de haber cambiado los signos zodiacales. Lo único que hizo la agencia espacial estadounidense fue, señala RCS, mirar al cielo y observar que las posiciones de las constelaciones se han movido desde que los babilonios inventaron el zodiaco, hace 3,000 años.

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