A 30 años de la creación del Sistema Nacional de Investigadores (SNI), lograr la valoración correcta de las ciencias sociales y las humanidades es algo muy importante, y para ello es necesario asumir que hay diferencias entre éstas y las ciencias naturales y exactas, consideró el doctor Ambrosio Velasco Gómez, investigador del Instituto de Investigaciones Filosóficas de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
La producción de libros y de capítulos de libro es la principal forma en la que se expresa la producción en la investigación de las ciencias sociales y las humanidades, por tanto se debe respetar esta forma específica de producción y de comunicación del conocimiento, y no presionar a los investigadores de estas áreas para que sean los artículos en revistas la manera de evaluar su trabajo, como ocurre en las ciencias naturales, aseguró el ex director de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM y miembro de la Academia Mexicana de Ciencias (AMC).
El Sistema Nacional de Investigadores se creó en 1984 para reconocer la labor de las personas dedicadas a producir conocimiento científico y tecnología en México. En el contexto de la celebración de su 30 aniversario, el director general del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt), Enrique Cabrero, señaló que si bien este sistema ha funcionado muy bien, es necesario realizar mejoras en algunas áreas, para lo cual hay varias propuestas de la comunidad científica.
Al respecto, Ambrosio Velasco, advirtió que “los capítulos de libro y los libros no son considerados tan importantes e inclusive ha habido propuestas de eliminarlos de la evaluación de los investigadores en el SNI”.
El especialista en filosofía de la ciencia, destacó que entre los actuales mecanismos de valoración del trabajo científico se advierte una predilección por los artículos en revistas: “En general en el actual sistema de evaluación no importa que sean cinco, diez o quince los autores quienes publican en tres, cuatro o cinco páginas; lo importante es que sea en una revista arbitrada, con alto impacto. En las ciencias sociales y en las humanidades, sobre todo en estas últimas, no hay este tipo de mediciones, y la evaluación es cualitativa: Qué tan bueno es el libro, qué tan bueno es el capítulo, qué tan articulado está, etcétera. En otras áreas está referido a una medición de impacto del que ya no se requiere análisis. No quiero decir que todo tiene que ser como en las ciencias sociales y las humanidades, pero tenemos que salvaguardar las formas de evaluación de los productos en estas áreas”.
Para tratar de explicar las diferencias en la valoración entre los diferentes campos del conocimiento, el doctor en filosofía compartió algunas reflexiones: “Mi impresión es que hay mucho menos interés en la difusión de las ciencias sociales y las humanidades que de las ciencias (exactas y naturales), o al menos se les da menos importancia. Parecería y hay una justificación para ello: que las ciencias sociales y las humanidades son un conocimiento del dominio público.
“Las humanidades contribuyen a la cultura general, mientras que las especificidad de las ciencias naturales es aún más concreta, elitista y diferente al sentido común; es decir, el conocimiento de las ciencias sociales y las humanidades está cerca del sentido común, de los pueblos, de las comunidades; mientras que el conocimiento científico, el de la física, la biología, la química y más aún de las ciencias formales, está mucho más alejado de ese sentido común, y esto hace creer que en ellas hay mayor seriedad, mayor autoridad epistémica”.
Sostuvo que sería muy bueno que el sentido común estuviera tan cercano a las ciencias naturales, como lo está de las ciencias sociales.
“De manera general y esquemática diríamos que el uso y la aplicación de las ciencias naturales, sobre todo hoy en día, en su modalidad de tecno-ciencia, es decir, una macro-ciencia impulsada con financiamiento principalmente privado, está orientada básicamente a aumentar la productividad y la competencia económicas. En cambio, las ciencias sociales y las humanidades tienen otra materialización, ya que afectan las relaciones de clases y grupos sociales, y parecería que esto no es algo relevante… En una sociedad con sentido humano, lo más importante son las relaciones entre los grupos y las relaciones entre las personas, no los medios materiales de producción, pero en la sociedad capitalista y más globalizada, las jerarquías axiológicas se invierten”.
Velasco añadió que además de sus alcances globales, las ciencias sociales y las humanidades tienen una relevancia local y nacional, o por lo menos sus enfoques son más contextuales que en las ciencias naturales. “De ahí que privilegiar revistas con amplio impacto a nivel internacional no me parece un criterio adecuado para las ciencias sociales y las humanidades. Puede formularse la pregunta: ¿Las humanidades en México qué han producido?, ¿cuál ha sido realmente su impacto o aplicación?, pues bueno: ¡la Nación mexicana, por si fuera poco! Fue un constructo cultural que lo desarrollaron los humanistas desde el momento mismo de la conquista, en contra de ella y a favor de la autonomía y racionalidad de los pueblos indígenas, poco a poco a favor de los naturales, mestizos, criollos. La nación mexicana es un constructo de las humanidades… No sé si haya algo más importante que eso”.