Hay aguas sopladas por vientos cambiantes

que las hacen reir

e iluminadas por cielos esplendorosos todo el día.

Y luego

el hielo, con un gesto, aplaca el baile de las ondas

y su errante encanto, dejando la huella blanca

de su intacta gloria,

una impresión de luminosidad

contenida,

de inmensidad y de rutilante paz, bajo la noche.

Sir Arthur Eddington, astrofísico británico cuya obra maestra fue

The Nature of the Physical World

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