Un estudio experimental analiza las transacciones económicas y legales entre funcionarios y ciudadanos y confirma que la presencia de intermediarios incrementa significativamente la corrupción. En los casos de corrupción que se descubren suele aparecer de manera constante la figura del intermediario, pero hasta ahora no había ninguna evidencia empírica que delatara su papel en estas situaciones.
Eso es precisamente lo que han analizado los investigadores de la UC3M en colaboración con científicos de la Universidad del Estado de Florida y la Universidad Metodista del Sur, en Texas (ambas en EEUU). Y los resultados de su estudio, publicado recientemente en la revista Experimental Economics, confirman sus sospechas: “Nuestro trabajo mostró que aumenta significativamente el número de personas involucradas en casos de corrupción cuando existen intermediarios”, afirma uno de los autores, Mikhail Drugov, profesor del departamento de Economía de la UC3M.
Para realizar el estudio, los investigadores diseñaron un experimento de laboratorio, dado que analizar estas situaciones en la vida real resultaba imposible. “Las personas corruptas jamás participarían porque sería potencialmente peligroso para ellas”, comentan los expertos. Por ello, lo que hicieron fue recrear un caso de corrupción menor, en el que un ciudadano debe decidir si ofrece un soborno a un funcionario público a cambio de acelerar un ingreso hospitalario o de obtener un trato preferencial a la hora de concertar una cita, mientras que el funcionario elige entre aceptar o no esta propuesta deshonesta y la cuantía por lo que lo haría. Y lo que hicieron después los investigadores fue comparar los resultados que se obtienen cuando esta negociación es directa y cuando existe la presencia de un intermediario que adopta una actitud pasiva; es decir, cuando este intermediario no tiene ningún poder de decisión ni cobra nada al respecto. “Sinceramente – desvela Drugov – no esperábamos que este tipo de intermediarios tuviera influencia alguna, pero nuestros resultados están ahí: su simple presencia aumenta la corrupción”.
Esto puede ocurrir, entre otras causas, porque se diluye la responsabilidad de las acciones. Hasta en países con altas tasas de corrupción, las personas suelen tener una ética que hace que sean reacias a participar en este tipo de acciones inmorales Sin embargo, comentan los investigadores, en diferentes contextos se ha encontrado que la existencia de intermediarios aminora el sentimiento de culpa provocado por las malas acciones. “Incluso en el caso de los intermediarios que son completamente pasivos, se reducen los sentimientos negativos asociados con la corrupción, lo que puede contribuir a que se produzcan más casos”, señalan.
Los resultados del estudio pueden resultar útiles a la hora de diseñar políticas relativas a la utilización de intermediarios en el suministro de bienes y servicios públicos. “¿Debería prohibirse, incluso, la figura del intermediario en estos contextos? Resulta necesario un examen minucioso de las ventajas e inconvenientes de una medida así, porque todavía quedan muchas cosas por dilucidar al respecto”, dice Drugov. Por ejemplo, habría que analizar también los beneficios que aporta al sistema la utilización de los intermediarios honestos.