Los tardígrados son unos animales fascinantes. Conocidos como «ositos de agua», estos invertebrados microscópicos están presentes en prácticamente todos los rincones del planeta y son capaces de sobrevivir en las condiciones más extremas. Han llegado incluso a sobrevivir en el espacio y tener después una descendencia completamente normal. Ello es posible gracias a un estado de latencia conocido como criptobiosis que consiste en una disminución tan acusada del metabolismo que los organismos pasan a un estado en el que no se aprecian señales de vida y con una actividad metabólica que no se puede medir.
Otro de los aspectos llamativos de este filo es su antigüedad, ya que aparecieron hace aproximadamente unos 530 millones de años. Su registro fósil es escaso y difícil de interpretar, ya que existen pocos caracteres que sean comparables con las formas actuales.
Hasta el año 1773, cuando ya se dispuso de un microscopio con suficientes aumentos que permitiera observarlos, no se publicó ningún trabajo sobre estos animales. Pero no fue hasta la primera década del siglo XX cuando tuvo lugar un gran avance en el conocimiento de su taxonomía debido al gran esfuerzo realizado por unos pocos investigadores.
Actualmente, se reconocen dos clases Eutardigrada y Heterotardigrada. Una tercera clase, Mesotardigrada, se encontró una sola vez, en 1932, en una fuente termal en Japón, pero tanto el material como la localidad tipo desaparecieron. Según las fuentes que se consulten, esto ocurrió durante un terremoto o durante un bombardeo en la Segunda Guerra Mundial. El hecho cierto, es que nunca más se ha vuelto a encontrar dicha clase.
Mucho de lo que se sabe sobre las relaciones filogenéticas en los tardígrados proviene de análisis moleculares más que de análisis morfológicos. Por primera vez, investigadores del Museo Nacional de Ciencias Naturales y de la Universidad de Módena y Reggio Emilia, en Italia, han realizado una filogenia morfológica de todos los géneros de la clase Eutardigrada, incluyendo también información molecular de bases de datos públicas. Sus resultados han sido publicados en la revista Zoological Journal of the Linnean Society.
Esta filogenia incluye los 53 géneros descritos y todos los caracteres que se consideran relevantes para estudiar la taxonomía y evolución de este grupo. Los investigadores han llevado a cabo, además, un análisis de evidencia total, que consiste en analizar simultáneamente los datos morfológicos y moleculares, consiguiendo una filogenia de eutardígrados con una buena resolución, especialmente a niveles taxonómicos superiores (clases, órdenes y superfamilias).
La homoplasia -cuando dos individuos presentan un mismo carácter obtenido por paralelismo o convergencia- forma parte de la evolución de los tardígrados, especialmente los caracteres relacionados con estructuras del aparato bucofaríngeo -su sistema de alimentación. Estos caracteres homoplásicos, que son útiles en cuestiones ecológicas, como la existencia de grupos funcionales en los suelos según su tipo de alimentación, pueden conducir, sin embargo, a interpretaciones erróneas, haciendo que los organismos parezcan más cercanos evolutivamente de lo que realmente son. Por ello, los clados correspondientes a las familias y las superfamilias fueron más claros y congruentes con los análisis que incluían información molecular, cuando se excluyeron los caracteres homoplásicos.
Noemí Guil, investigadora del MNCN, señala: «Es necesario incrementar los estudios morfológicos y sobre la biología del desarrollo de los tardígrados, combinados con nuevos datos moleculares, incluyendo una mayor diversidad de taxones y de marcadores genéticos, para abordar el estudio de la filogenia y evolución de los tardígrados con un enfoque integrador».
Referencia bibliográfica | |
Guil, N., Machordom, A., Guidetti, R. 2013. High level of phenotypic homoplasy amongst eutardigrades (Tardigrada) based on morphological and total evidence phylogenetic analyses. Zoological Journal of the Linnean Society: 169, 1-26. |