El día 27 de diciembre de 1822, a las dos la mañana, nació Louis Pasteur, en la ciudad de Dole, Francia.
Louis Pasteur fue químico, bacteriólogo, e inventor, quien entre sus grandes logros tuvo el proceso de preparación de alimentos conocido como pasteurización y el desarrollo de dos vacunas sustanciales, una contra el ántrax y la otra contra la rabia; fue pionero en el estudio de la asimetría molecular y fundador de la microbiología. Por sus descubrimientos que tuvieron una aplicación inmediata y porque llevaron a otros avances de la ciencia, como las vacunas y los antibióticos, es considerado uno de los grandes científicos de la humanidad. Su trabajo sigue salvando millones de vidas en todo el mundo.
Sus padres fueron Juan José Pasteur, de oficio curtidor, ex suboficial del ejército de Napoleón I, y Juana Estefanía Roqui. Algún tiempo después del nacimiento de Louis la familia Pasteur se trasladó a Marnoz en donde la esposa de Juan José poseía algunos bienes, por donación de su madre, pero como esa localidad no era favorable para la curtiduría y, en cambio, había facilidades para ella en la cercana ciudad de Arbois, a ésta se trasladaron los Pasteur y desde entonces hasta el fin de sus días, Luis Pasteur tuvo en Arbois hogar familiar, abrigo para sus trabajos, sepultura para sus deudos y solaz para sus vacaciones, siempre disminuidas por trabajos relacionados con sus investigaciones, por lo cual, si es verdad que nació en Dole, se podría decir que Pasteur fue más bien hijo de Arbois.
Un alumno no brillante y con doste de pintor
Allí fue a la escuela. Louis cumplía sus deberes escolares sin distinguirse mayormente; no fue un «niño prodigio», peroen cambio comenzó a destacar en Louis una clara habilidad para el dibujo y la pintura, especialmente para el pastel, que aplicó a hacer retratos de varias personas de la ciudad.
Su interés por las ciencias empezó a mostrarse en la École Normale Supérieure, de París, a la cual ingresó en 1843, donde asistió a cursos con el químico francés Jean-Baptiste-André Dumas, quien además de su maestro se convirtió en su mentor y protector.
Ahí, un día encontró en la bilbioteca una nota del químico alemán Mitscherlich, que comunicaba que el tartrato y el paratartrato de sosa y de amoniaco, sustancias con la misma composición química y con idénticos caracteres físicos y cristalográficos, se comportan de manera diferente con la luz polarizada: la solución del tartrato desvía el plano de la polarización, mientras que la del paratartrato carece de tal propiedad. Pasteur no podía creer el fenómeno que Mitscherlich describía; pensaba que en su observación habría habido alguna omisión o algún error y se propuso estudiar minuciosamente este problema. Por de pronto se dedicó a preparar su examen para la licenciatura y fue aprobado en 1845.
De pronto la llegada de la revolución francesa de 1848, que derribó la monarquía real e instauró la República, lo inundó del entusiasmo popular, tanto que se sintió ardiente republicano, se alistó en la Guardia Nacional y corrió a depositar en un «altar de la patria» todas sus economías. Pero aquel entusiasmo pasó pronto, dejó toda actividad cívica, volvió a sus cristales, siguió estudiando los tartratos y, especialmente, el problema de Mitscherlich.
Su primer gran triunfo científico fue precisamente dilucidar como el problema de Mitscherlich se debía a las desviaciones que tenían los cristales de los tartratos, dependiendo de su tipo, a derecha o izquiera, y que la mezcla de tartratos y paratartratos anulaba la desviación.
De esta suerte quedó definitivamente resuelto aquel problema al que sabios tan avezados como Mitscherlich y Biot no habían encontrado resolución satisfactoria.
Este descubrimiento le causó gran satisfacción y dio pie para iniciar su brillante carrera como investigador, porque además éste triunfo le dio la confianza de ver que tenía capacidad para la investigación científica, y afirmó en él su aprecio por la observación cuidadosa y precisa y por la experimentación correcta.
Con esto descubrió la isomería óptica, mediante la cristalización del ácido racémico, del cual obtuvo cristales de dos formas diferentes, en lo que se considera el trabajo que dio origen a la estereoquímica.
Su carrera científica
Louis Pasteur, con éste inicio continúo su trabajo de observación y sus logros lo llevaron a convertirse en fundador de la microbiología y pionero de la medicina moderna.
En 1857, Pasteur regresó a París, después de haber sido nombrado gerente y director de estudios científicos de la École Normale Supérieure; en 1862 fue elegido miembro de la Academia de Ciencias, y al año siguiente designado profesor en la École des Beaux-Arts (Escuela de Bellas Artes)
Pasteur descubrió en 1865 los mecanismos de transmisión de la pebrina, una enfermedad que afectaba a los gusanos de seda y amenazaba con hundir la industria francesa, y de esos estudios resultó la llamada “Teoría germinal de las enfermedades”.
Sus investigaciones le llevaron a observar cómo al calentar la leche antes de embotellarla se destruyen las bacterias que pueda contener, impidiendo su fermentación sin alterar su estructura ni componentes. A lo largo de estos estudios se mostró que la fermentación se debe a la presencia de microorganismos y que la eliminación de éstos anula el fenómeno. Este procedimiento, que hoy llamamos pasteurización, favoreció el crecimiento de la industria agroalimentaria.
Años más tarde, Pasteur dio un impulso decisivo al desarrollo de las vacunas como método preventivo al observar una analogía entre enfermedad y fermentación. Así, desde la década de 1870 y hasta su fallecimiento orientó su actividad hacia el estudio de enfermedades contagiosas.
En 1881 inició su investigación sobre el carbunco, una enfermedad que causaba estragos en el ganado lanar. Preparó la vacuna, la primera de la historia realizada a partir de bacterias desactivadas, la cual resultó un éxito; también obtuvo las del cólera de los pollos, el ántrax y la erisipela del cerdo.
Tras ello, desarrolló la vacuna para prevenir la rabia, o hidrofobia, contra la que no existía paliativo alguno y casi siempre resultaba mortal, cuyo virus combatió con una técnica lograda mediante inoculaciones sucesivas en conejos. El 6 de julio de 1885 Pasteur probó, con éxito, la vacuna de la rabia en un niño de nueve años, Joseph Meister, que había recibido catorce mordeduras de un perro rabioso y que no llegó a desarrollar la enfermedad. El compuesto había sido desarrollado por Emile Roux, quien había probado la vacuna en perros.
En 1882 fue elegido miembro de la Academia Francesa y seis años más tarde, y con el apoyo popular, se hizo posible la construcción del Instituto Pasteur, fundado en 1888.
Murió el 28 de septiembre de 1895 y fue enterrado en la catedral de Notre-Dame de París, pero sus restos fueron trasladados a una cripta neo-bizantina en el Instituto Pasteur en 1896.