Christian Silva un ingeniero de la Universidad Nacional de Colombia, diesñó la elaboración de prótesis para niños (sobre todo manos) usando impresoras 3D,las cuales tienen un costo de alrededor de 250,000 pesos colombianos, esto es, poco menos de 125 dolares.
Pero además Christian Silva las regala a niños afectados por la amputación o malformación genética de una de sus extremidades superiores, porque el paga el costo de la protesis, que son hechas a la medida de cada uno.
Sus requisitos para darle una mano nueva a un niño son dos:
1. Ser una persona de escasos recursos, y
2. Tener interés en ingresar al proceso de adaptación.
El experto trabaja en particular con niños entre tres y diez años, porque a estas edades se logra un porcentaje muy alto de adaptación. A pesar de ello, ese no es un requisito exclusivo, pues también se pueden beneficiar personas en etapa laboral. El joven profesional reconoce que se requiere delicadeza para tratar con niños y padres primerizos que chocan súbitamente con este problema y que deben adaptarse al proceso sin ningún trauma adicional. El camino se inicia conociendo el caso, diligenciando un formulario y estableciendo una relación de empatía personal y de confianza con el pequeño y su entorno.
“Uno de los aspectos que más reitero es que en ningún momento se va a pedir retribución económica. Ahora tengo un buen trabajo con la Universidad y dentro de mis posibilidades puedo proporcionarle bienestar a gente que necesita apoyo”, subrayó el ingeniero Silva.
La iniciativa ha podido hacerse realidad a través del convenio con tres empresas: dos, de egresados de la Universidad Nacional (Prototype 3D y Matriz Humana) y una, de la Universidad de los Andes (Bogohack), las cuales apoyan la elaboración de las prótesis para los pacientes identificados y los potenciales.
La mano mecánica se apoya en un mecanismo de poleas. Su diseño se realiza mediante un prototipo estable y de fácil colocación. Está construida con una impresora 3D, lo que hace que el costo sea mínimo, además, su funcionalidad es comparable con la de las prótesis mioeléctricas que se venden en el mercado a un costo 200 veces superior, es decir, de 20.000 a 40.000 dólares aproximadamente.
“El proceso podría tardar un día, pero por motivos laborales me demoro de uno a dos meses”, señala el investigador, quien aún no dispone de un escáner 3D portátil, para realizar las medidas más rápido, ni de una impresora de última generación, lo que le impide imprimir todo en una sola pieza.
El también miembro del grupo de investigación en Biomecánica de la U.N. explica que el dispositivo está compuesto de ABS (acrilonitrilo butadieno estireno) en los dedos y el soporte. Para evitar el contacto directo con el muñón se utiliza un material especial para ortopedia que no produce reacciones alérgicas y evita cualquier roce o daño en la piel; y para los tendones se implementó nailon, que permite realizar los movimientos.
El investigador recuerda que en una primera versión se suministraron algunas prótesis metálicas, pero su elevado peso y su alto costo hicieron inviable seguir con el proyecto. “Actualmente estoy implementando avances como el filamento de nailon, un material más resistente y robusto, con el que se ha logrado aumentar la calidad del producto”, destaca el ingeniero.
Rehabilitación de la musculatura y de las articulaciones
Mediante este artefacto ortopédico, el paciente consigue la rehabilitación de la musculatura y de las articulaciones que se han dejado de usar por la amputación, trauma o daño congénito. Asimismo, adquiere mayor funcionalidad de su extremidad, ya que recupera las funciones básicas de la mano, tales como movimientos de pinza y agarres.
Colombia tiene actualmente 2.632.255 personas con discapacidad, correspondientes al 6,4% de la población. El 79% se encuentra en estratos 1 y 2, tan solo el 3 % finaliza la secundaria y únicamente el 13% de los que se encuentran en edad productiva tienen acceso al mundo laboral.
“Nuestro único propósito es mejorar la calidad de vida de las personas que tengan la necesidad de una prótesis de mano y depositar nuestro grano de arena en responsabilidad social, aplicando los conocimientos adquiridos en la U.N., en pro del beneficio y desarrollo de Colombia y con miras a motivar a otras personas a que se unan a este tipo de iniciativas”, afirmó el investigador.