Mario Molina, Premio Nobel de Química 1995 por el descubrimiento del daño que sufría la capa de ozono


Sandra Isabel Jiménez Mateos *

Mario Molina Pasquel y Henríquez nació en la ciudad de México el 19 de marzo de 1943, siendo uno de los siete hijos del especialista en Derecho y diplomático, Roberto Molina Pasquel (embajador de México en Etiopía, Australia y Filipinas), y de Leonor Henríquez Verdugo.

Recibió, junto con Paul J. Crutzen y Frank Sherwood Rowland, el Premio Nobel de Química de 1995 por su papel para la dilucidación de la amenaza que representan los gases de cloro, bromo, dióxido de carbonoy otros a la capa de ozono de la Tierra, con lo que se convirtió en el primer ciudadano mexicano en recibir el Premio Nobel de Química

Su abuelo paterno fue Mario Molina Contreras (1872-1912), distinguido jurisconsulto, alcalde de la Ciudad de Veracruz de 1903 a 1909, donde una calle lleva su nombre.

Sus estudios de primaria y secundaria los cursó en la Ciudad de México y durante la década de los años 60 fue alumno de la Facultad de Química de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).

En la misma década continuó con estudios de posgrado en la Universidad de Friburgo, Alemania, y en 1972 recibió un doctorado en Fisicoquímica por la Universidad de Berkeley, en California, Estados Unidos.

En 1988 obtuvo la ciudadanía estadounidense. En una entrevista publicada el 12 de octubre de 1995 en el periódico mexicano La Jornada, al anunciarse que le habían otorgado el Premio Nobel, expresó:

"Estoy orgulloso de haber estudiado en México, en la Universidad (...) Tengo la nacionalidad americana para poder trabajar en laboratorios federales de Estados Unidos, para obtener recursos, y pertenezco a un grupo de asesores de la Presidencia de Estados Unidos, para lo cual es indispensable tener la ciudadanía americana. Pero en mi trabajo abordo problemas que no tienen fronteras, que son de interés mundial. La ciencia es un gran medio de unificación para los pueblos del mundo, así que para mí es motivo de orgullo ser mexicano; pero vivir y trabajar en Estados Unidos es lo que requiere mi participación en la sociedad".

Su carrera docente, iniciada en 1989, está ligada al Instituto Tecnológico de Massachussets, donde en 1997 fue nombrado profesor titular.

En el ámbito científico mundial, Mario Molina fue reconocido por sus investigaciones sobre la degradación de la capa de ozono por la descomposición del compuesto químico llamado clorofluorocarbono (CFC), usado de forma doméstica e industrial en el siglo pasado dentro de pesticidas, aerosoles y refrigerantes.

En 1973 comenzó a trabajar con Sherwood Rowland en química atmosférica.

En 1974 Mario Molina publicó junto a su maestro, el estadounidense Sherwood Rowland (uno de los copremiados junto con él), un artículo en la revista Nature en el que advertían sobre la creciente amenaza que el uso de los gases clorofluorocarbonos (CFC) suponía para la capa de ozono; con ese artículo mostraron el mecanismo mediante el cual los óxidos de nitrógeno (NOx) reaccionan con el Ozono (O3).

El CFC, integrado por cloro, flúor y carbono, al entrar en contacto con la estratósfera, contrario a lo que se creía, se descompone y el cloro liberado, degrada la capa de ozono cuando entra en contacto con la misma. Dicha degradación tiene como consecuencia el paso al ambiente de rayos ultravioleta, los cuales, son potencialmente peligrosos para la vida del planeta.

A estos estudios se une Paul Jozef Crutzen (el otro coreconocido con el Nobel de 1995), químico holandés, quien halló, en 1970, que los gases contaminantes tienen un efecto destructor en esa capa, sin descomponerse, con los impactos que los CFC tenían sobre la atmósfera y el cambio climático que podrían desatar.

Entre 1976 y 1986, Mario Molina y su grupo de investigación publicaron una serie de artículos que identificaron las propiedades químicas de compuestos que juegan un papel esencial en la descomposición del ozono de la estratosfera. Subsecuentemente demostraron en el laboratorio la existencia de una nueva clase de reacciones químicas que ocurren en la superficie de partículas de hielo incluyendo aquellas que están presentes en la atmósfera. También propusieron y demostraron en el laboratorio una nueva secuencia de reacciones catalíticas que explican la mayor parte de la destrucción del ozono en la estratosfera polar.

Después de una larga polémica científica y comercial, en 1987 hubo un acuerdo internacional para restringir el uso de esos agentes contaminantes, el cual poco fue respetado, por los intereses de las empresas que utilizaban esos elementos, pero igualmente por el desinterés de los grandes países industrializados.

Los estudios realizados por Molina, Rowland y Crutzen, llevaron a la instauración del Protocolo de Montreal, firmado en 1994, en el que las naciones fabricantes de CFC se comprometieron a detener su producción y a sustituirlo por elementos menos dañinos para el medio ambiente.

El 11 de octubre de 1995 fue galardonado con el Premio Nobel de Química por sus investigaciones sobre la capa de ozono, junto con Sherwook Rowland y Paul Crutzen. El 4 de diciembre de 1995, fueron premiados por el Programa de la ONU para el Medio Ambiente (UNEP), por su contribución a la protección de la capa de ozono.

Mario Molina recibió además los premios Tyler (1983) y Essekeb (1987), que concede la American Chemical Society; el Newcomb-Cleveland, de la Asociación Americana para el avance de la Ciencia (1987), por un artículo publicado en la revista Science que explicaba sus trabajos sobre la química del agujero de ozono en la Antártida y la medalla de la NASA (1989), en reconocimiento a sus logros científicos.

Mario Molina fue profesor e investigador de la UNAM entre 1967 y 1968, y fue miembro de la Academia Mexicana de Ciencias, del Instituto de Medicina de los Estados Unidos, de la Academia Mexicana de Ingeniería, miembro distinguido del Colegio Nacional (Colmex), y además formó parte del Consejo de Asesores de Ciencia y Tecnología de Barak Obama, durante el tiempo que fue presidente de los Estados Unidos.

En México, presidió desde 2005 un centro de investigación y promoción de políticas públicas que lleva su nombre, donde realizó estudios estratégicos sobre energía y medio ambiente, particularmente en los campos de cambio climático y calidad del aire.

En 1989 trabajó en el Departamento de Ciencias Atmosféricas, Planetarias y de la Tierra del Instituto de Tecnología de Massachusetts; en 1994 fue parte del comité asesor sobre asuntos de ciencia y tecnología del presidente Bill Clinton y en el 2008 asesor del presidente estadounidense Barack Obama para cuestiones del medio ambiente; es nombrado Presidente de Honor de la Asociación Mares de México, constituida en el año 2009 y dedicada a la conservación de los mares.

Por su labor y contribución a la Ciencia recibió numerosos galardones, incluyendo más de 30 doctorados Honoris Causa, el Premio Tyler de Energía y Ecología en 1983, el Premio Sasakawa de las Naciones Unidas en 1999, y es primer mexicano en recibir la Medalla Presidencial de la Libertad de Estados Unidos.

El Dr. Molina estuvo casado con la Guadalupe Álvarez y residía principalmente en la Ciudad de México, donde falleció el 7 de octubre de 2020, a consecuencia del Covid-19.

* Investigadora académica del Instituto de Investigaciones y Estudios Superiores Económicos y Sociales (IIESES), de la Universidad Veracruzana

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