En la última década, más de 220 millones de personas se han visto afectadas por los desastres naturales, que han causado pérdidas de 100,000 millones de dólares por año, apunta la Organización de las Naciones Unidas, en la conmemoración del Día Mundial de las Ciudades, que se hace el 31 de octubre de cada año.
«Cada semana, 1,4 millones de personas se trasladan a las ciudades. Esa rápida urbanización puede poner a prueba la capacidad local y contribuir a un mayor riesgo de desastres, tanto naturales como provocados por el hombre. Pero los peligros no tienen por qué convertirse en desastres. La respuesta estriba en crear resiliencia – frente a las tormentas, las inundaciones, los terremotos, los incendios, las pandemias y las crisis económicas», anota António Guterres, Secretario General de la ONU, en la conmemoración 2018.
Si no invertimos lo suficiente en las ciudades para hacerlas más resilentes, los desastres naturales podrían costar a las ciudades del mundo tres veces esa cifra por año, advierte la Organización.
Además -anota-, el cambio climático puede llevar a la pobreza a millones de residentes de las ciudades. Miles de ciudades y comunidades están sufriendo los impactos de la crisis: conflictos, desastres naturales, fracasos de los sistemas de gobierno y estrés económico.
El tema de este 2018 es «Construír ciudades sostenibles y resilentes». Las ciudades necesitan ayuda para convertirse en ciudades resilentes y desarrollar su capacidad para poder sobrellevar el impacto de las amenazas que sufren en la actualidad, proteger y salvar la vida de las personas, y limitar los daños contra los bienes públicos y privados. Todo ello al mismo tiempo que continúan prestando la infraestructura y los servicios necesarios tras un momento de crisis.
Se necesitan, sin duda, innovadoras herramientas y nuevos enfoques que fortalezcan las administraciones locales y empoderen a los ciudadanos. Herramientas que les permitan enfrentarse a las nuevas situaciones y proteger mejor los recursos humanos, económicos y naturales. Los gobiernos deben crear políticas inclusivas que fomenten áreas urbanas resilientes y deben brindar apoyo a los gobiernos regionales y locales.
«Las ciudades de todo el mundo ya están tomando medidas para aumentar la resiliencia y la sostenibilidad. Bangkok ha construido amplias instalaciones subterráneas de almacenamiento de agua con el fin de hacer frente a un mayor riesgo de inundaciones y ahorrar agua para los períodos más secos. En Quito, el gobierno local ha regenerado o protegido más de 200.000 hectáreas de tierra para aumentar la protección contra las inundaciones, reducir la erosión y salvaguardar el suministro de agua dulce y la biodiversidad de la ciudad. Y en Johannesburgo, el municipio está involucrando a los residentes en los esfuerzos por mejorar los espacios públicos al objeto de que puedan utilizarse de manera segura para fines recreativos, actividades deportivas, actos comunitarios y servicios como la atención médica gratuita», enfatiza António Guterres.