México tiene una vasta diversidad biológica en materia de alimentos que debe ser aprovechada; hierbas y flores comestibles, y un amplio número de razas y variedades de maíz criollo y frijol que son fuentes de nutrición de calidad y han dejado de consumirse por la política agrícola errónea de los últimos 30 años, señaló el doctor Rafael Calderón Arózqueta, profesor-investigador de la Unidad Xochimilco de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM).

En su análisis sobre la situación que guarda el sistema alimentario en el país, en el marco del Día Mundial de la Alimentación, que se celebra el 16 de octubre, el especialista lamentó que 40 por ciento de los alimentos que comen los mexicanos sean importados, situación que además de señalar un déficit en el comercio exterior, nos hace dependientes de los países productores.

En la actualidad, dijo, consumimos maíz transgénico producido en Estados Unidos, cuando podríamos cultivar suficiente maíz criollo de mejor calidad, sin tener que poner en riesgo nuestra salud a futuro.

El gobierno, criticó, está convencido de que se podrá llegar a lo que se denomina seguridad alimentaria produciendo más petróleo para importar alimentos, y eso no garantizará la alimentación, advirtió el experto.

Las políticas de subsidios son diseñadas en el marco de la agricultura de exportación y están dirigidas a los grandes productores y empresas alimentarias,  quienes no necesitan de estos financiamientos porque tienen tierras de mejor calidad.

En contraste, se ha abandonado a los campesinos pobres que son la mayoría de los productores del país “y a los que debemos los alimentos básicos que consumimos”.

En su opinión, la soberanía alimentaria es un asunto prioritario para el país y sólo podrá alcanzarse cuando la política agrícola se dirija a la gran masa de campesinos productores que detentan la mitad de la superficie agrícola del país.

Reconoció que son los campesinos mexicanos de los ejidos y de las comunidades de riego y temporal quienes están preocupados realmente por tener una producción suficiente sin afectar el ambiente; ellos practican los sistemas sustentables de producción alimentaria y deberían recibir los subsidios, defendió.

Consideró que mientras la política agroalimentaria no se dirija a estos sectores de producción, todos los programas de combate al hambre y la pobreza serán fallidos; así lo demuestra la primera evaluación a la Cruzada Nacional contra el Hambre del gobierno federal.

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