Los estomatópodos o langostas mantis son crustáceos conocidos por sus llamativos patrones corporales de color y fluorescencia, por ser extremadamente veloces y porque tienen personalidades muy diferentes. Algunos se comportan de forma extremadamente agresiva, mientras que otros son más curiosos e interactivos.
Otra de sus características únicas es que tienen los ojos más complejos del reino animal, con doce fotorreceptores o canales de color –la mayoría de seres vivos tienen entre dos y cuatro–.
Su sistema de visión era un misterio para los científicos, pero un equipo internacional de investigadores publica en el último número de la revista Science cómo funciona.
“Estos animales son expertos en la visión en color. En teoría, por lo tanto, deberían ser mucho mejores para distinguir los colores que los humanos, pero lo que hemos descubierto es que no lo son y que tienen una forma de codificar la información del color que es diferente a todos los demás animales conocidos”, declara a Sinc Hanne Thoen, coautora del trabajo e investigadora en la Universidad de Queensland en Brisbane (Australia).
Distinguen peor los colores pero son más rápidas
Los seres humanos tienen una visión basada en tres conos o células sensibles a los colores primarios: rojo, verde y azul (sistema RGB, por las siglas en inglés). Por este motivo, el cerebro determina los colores de los objetos comparando la excitación relativa que recibe de estas tres entradas de color en el ojo.
Una manzana roja, por ejemplo, excita mucho el receptor rojo (R) y menos el verde (G) y el azul (B). El resultado es que los ojos mandan un mensaje que el cerebro codifica como ‘objeto rojo’.
El resto de los animales, incluidas las aves, monos, ranas y peces, también interpretan los colores de su mundo de esta manera.
“En el caso de la gamba mantis, sus doce fotorreceptores del color hacen que vean siguiendo un patrón de excitación a lo largo del espectro, muy similar a la forma en que los oídos analizan las frecuencias de sonido. Una forma de visión más simple”, explica la científica.
Lo descubrieron al ofrecerles recompensas de alimentos de diferentes colores porque vieron que las criaturas no eran capaces de discriminar fácilmente entre los que eran muy parecidos.
Lo que sugiere el estudio es que estos crustáceos pierden parte de su habilidad para discriminar entre colores –por ejemplo, podrían no ser capaces de diferenciar entre naranja claro y amarillo oscuro– pero reconocen rápidamente los colores básicos sin comparar longitudes de onda del espectro visible en su cerebro.
Ahorro de energía
“Creemos que la principal ventaja de tener este tipo de visión más simple es que utilizan menos energía y, como tienen una red neuronal más sencilla, por eso son tan rápidas en sus movimientos. Esto les permite responder ágilmente en situaciones de peleas territoriales, apareamiento, etc.”, añade Thoen.
Los científicos aún no están completamente seguros de cómo funciona exactamente el sistema visual de estos crustáceos, pero lo que sí saben seguro es que si lo utilizasen de la forma habitual –donde la entrada de color en los diferentes fotorreceptores se comparan por oposición–, al tener doce receptores espectrales, tendrían que mantener una arquitectura neural mucho más compleja y les supondría un coste de energía muy alto.
“Puede que exista alguna comparación de señales de color en algún nivel, y en eso es en lo que estamos trabajando ahora, para tratar de obtener una mejor comprensión de cómo procesan los resultados de sus sensibilidades espectrales en su sistema nervioso”, concluye Thoen.
Referencia bibliográfica:
H.H. Thoen; M.J. How; J. Marshall, T.-H. Chiou. «A Different Form of Color Vision in Mantis Shrimp», Science 343: 411 – 413. 23 de enero de 2014.