La nostalgia es un síntoma universal de nuestro tiempo, expresó Carlos Raúl Narváez, profesor de la Universidad Rutger durante su ponencia “Berlín, el muro y el imaginario exílico partido en dos: Juan Villoro y Matilde Sánchez”, durante el Tercer Congreso Internacional de Investigaciones Literarias, organizado por el Instituto de Investigaciones Lingüístico-Literarias de la Universidad Veracruzana.
Destacó que la creencia optimista en el futuro pasó de moda, mientras que la nostalgia para el bien y para el mal nunca lo hizo, permaneció inquietantemente contemporánea.
Nárvaez compartió y coincidió con las palabras de Svetlana Boym, quien alude que la nostalgia no es meramente una dolencia individual local, sino un síntoma universal de nuestro tiempo.
“En la producción cultural reciente prevalece como una emoción histórica, como un sentimiento generalizado; cito a Boym: ‘El siglo XX comenzó con optimismo y terminó con nostalgia’.”
En los textos de Juan Villoro y Matilde Sánchez, relacionados con el muro de Berlín, el nostálgico está siempre en escena, tantea y rastrea huellas y símbolos de tiempos perdidos para ubicarnos en el pasado; es un actor afectado de melancolía, está siempre al seguimiento de lo imposible.
“Al acercarse al mundo, a sus inmediaciones, a sus huellas después de la caída, los dos autores dan rienda suelta a la voz de la nostalgia”, apuntó.
Cabe mencionar que Juan Villoro y Matilde Sánchez trabajaron en equipo para escribir Berlín dividido, y ambos vivieron en los dos lados de la capital alemana en la década de los ochenta.
Concluyó que la iconografía del muro de Berlín siempre ha sido fuente inagotable para la literatura latinoamericana.
En tanto, Claudia Young, profesora de Literatura en la Universidad del Noroeste del Estado de Oklahoma, abordó el tema de las cougars en los libros La tía Julia y el escribidor y Fruta Verde, de Mario Vargas Llosa y Enrique Serna, respectivamente, en su intervención intitulada “¿Julia y Paula cougars? Análisis de dos personajes”.
Explicó que las cougars son aquellas mujeres solteras mayores de 35 años que buscan salir con jovencitos, por lo que analizó si las protagonistas de estas dos novelas, Julia y Paula, encajan en dicho estereotipo.
“Se trata de establecer en qué sentido las protagonistas de La tía Julia y el escribidor, publicada en 1977, y Fruta Verde, publicada en 2006, podrían considerarse cougars”, refirió.
Victoria Phillips en su libro Confessions of a Scottsdale Cougar, indicó, enumera ciertas características que distinguen a las cougars: “La primera es la diferencia de edad entre ellas y sus presas (la mitad de la edad más siete años); son interesantes, inteligentes, divertidas, amorosas, sensibles y decididas; son mujeres deseables y seguras, por lo que hombres de todas las edades las desean”.
Después del análisis, Young puntualizó que tanto Julia como Paula son cougars ya que cumplen con aquellos elementos que las definen como la diferencia de edades, son mujeres divorciadas, atractivas y acosadas por jovencitos, aunque “no lo llegan a ser del todo”.