¿Cuál es el grado de dolor que sufren los gatos tras una intervención quirúrgica? ¿Qué tratamiento analgésico es más adecuado en cada caso? La única escala internacional para evaluar el dolor postoperatorio en gatos, diseñada en portugués por investigadores de la Universidade Estadual Paulista Júlio de Mesquita Filho, de Botucatu, en Brasil, acaba de ser validada en español por un equipo de anestesiólogos veterinarios hispanohablantes, del que ha formado parte el doctor José Ignacio Redondo, profesor del Grado en Veterinaria de la CEU-UCH, junto a otros cinco investigadores en anestesiología de Argentina, Brasil y Uruguay.
El objetivo del estudio ha sido validar la versión en español de la escala multidimensional, creada en Brasil y validada también en inglés, para evaluar el dolor postoperatorio en gatos, sometiéndola a un proceso de traducción, adaptación cultural y evaluación de sus propiedades psicométricas. Según explica el profesor de la CEU-UCH José Ignacio Redondo, “para realizar la validación de la escala se estudiaron treinta gatas sometidas a ovariohisterectomía, que fueron filmadas durante el periodo periquirúrgico, es decir, antes y después de su intervención”. Seis anestesiólogos de diferentes culturas, pero cuya lengua materna es el español, evaluaron los vídeos, asignando puntuaciones de dolor aplicando la escala en español, cotejando sus evaluaciones e identificando a los animales que, de acuerdo con los resultados, debían recibir analgesia adicional.
Ronronea, maúlla, gruñe: la escala vocal del dolor
En el caso de los gatos, la escala permite al veterinario puntuar entre 0 y 3 distintos aspectos relacionados con alteraciones psicomotrices, la protección de la zona de la herida, así como distintas variables fisiológicas como el apetito y la presión arterial. Otro indicador es el grado de vocalización de los gatos tras la intervención: el silencio, el ronroneo, el maullido, el gruñido y el bufido son también indicadores de esta escala.
Aplicando esta escala, el veterinario evalúa la postura del gato, su grado de comodidad y de actividad, su actitud -de indiferente a agresiva-, así como otros aspectos de su postura y comportamiento, como por ejemplo, si el gato está acostado y quieto, pero sin embargo mueve la cola; si recoge y extiende los miembros pelvianos o contrae los músculos abdominales; si tiene los ojos semicerrados; o si se lame o muerde la herida quirúrgica.
El veterinario también debe evaluar si el gato está receptivo al contacto, le gusta ser acariciado o demuestra interés por jugar, asignando una puntuación distinta en función de sus reacciones. La escala mide además si, una vez fuera de la jaula, el gato se mueve espontáneamente o de forma tímida, si se niega a moverse y también si toma el alimento que se le ofrece. Finalmente, colocando al gato en decúbito lateral o esternal se mide su presión arterial y se observa su reacción al tocar suavemente el abdomen y al presionarlo. Este mismo contacto se realiza sobre la herida quirúrgica para evaluar la reacción ante este estímulo.
Similitud con escalas humanas
“En muchos aspectos estas escalas para animales son similares a las utilizadas en pediatría para evaluar el dolor en los niños, cuando todavía no saben hablar”, señala el profesor del Departamento de Medicina y Cirugía Animal de la CEU-UCH José Ignacio Redondo. Y destaca su importancia para ayudar al veterinario a decidir el tratamiento analgésico, al igual que en la medicina humana. “Este estudio en concreto utiliza el análisis de la curva ROC para determinar la puntuación mínima relacionada con la necesidad de intervención analgésica, una técnica estadística innovadora en medicina veterinaria, pero que ya se ha usado en medicina humana”.
El profesor de la CEU-UCH también destaca que “el auge actual de la medicina basada en la evidencia hace necesario estandarizar los métodos de evaluación del dolor en los pequeños animales para poder comparar los resultados de estudios diferentes. Por eso necesitamos escalas de evaluación del dolor que estén validadas en múltiples lenguas y culturas”. Además, dado que el español es la segunda lengua más difundida en el mundo, la adaptación de la escala será útil para muchos veterinarios hispanohablantes en el tratamiento de las mascotas y para el avance de las investigaciones en este campo.
(Asociación RUVID)