Philae encuentra nuevos compuestos orgánicos en un cometa

Puntos de aterrizaje de Philae, que rebotó sobre el cometa 67, indicados sobre una imagen captada por la sonda Rosetta. / ESA/ROSETTA/NAVCAM/SONC/DLR


Aunque no se ha vuelto a contactar con él desde el pasado 9 de julio, el módulo Philae ya ha facilitado muchos datos desde que aterrizó sobre el cometa 67P/ Churyumov-Gerasimenko el 12 de noviembre de 2014. En el último número de la revista Science se publican siete estudios con toda la información facilitada por este ‘aterrizador’ de la sonda Rosetta.

En uno de ellos, liderado por Fred Goesmann desde del Instituto Max Planch (Alemania) y en el que participa el investigador español Guillermo Muñoz del Centro de Astrobiología (CSIC-INTA), se analiza la composición de 67P utilizando un espectrómetro de masas llamado COSAC.

Unos 25 minutos después del primer aterrizaje, y a unos 10 km de altura sobre el cometa, este instrumento tomó un espectro en su modo sniffing(‘olfateo’, de manera análoga a los detectores de sustancias químicas que existen en los aeropuertos), desvelando la presencia de 16 compuestos orgánicos.

Algunos ya se habían detectado en la coma de otros cometas, pero hay cuatro que se han encontrado por primera vez en 67P: el isocianato de metilo, la acetona, el propanal y la acetamida. También se ha comprobado que muchos de los compuestos tienen nitrógeno.

Desde un punto de vista astrobiológico, lo más importante es que varios de los productos hallados en el polvo cometario se consideran precursores de la vida, ya que intervienen en la formación de aminoácidos esenciales o forman parte de las bases nucleicas.

La complejidad de la química existente en los núcleos cometarios y la importancia de compuestos orgánicos con nitrógeno implican que los procesos químicos que se dieron en el sistema solar temprano favorecieron la formación de materiales prebióticos en concentraciones notables.

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Módulo de aterrizaje Philae de la misión Rosetta. / ESA

 

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En un estudio relacionado, el investigador Ian Wright de la Open University (Reino Unido) y otros colegas  también analizaron los compuestos orgánicos en 67P, pero utilizando a Ptolomeo, un instrumento que mide proporciones de isótopos estables. Han registrado la presencia de un polímero inducido por radiación en su superficie y han confirmado la ausencia de compuestos aromáticos, como el benceno.

Por su parte, el artículo coordinado por Jens Biele del German Aerospace Center (DLR) en Alemania, describe los momentos críticos del descenso de Philae sobre el cometa, donde rebotó en la zona blanda en la que pretendía aterrizar y acabó asentándose en una zona alejada más dura. Los análisis de los distintos grados de resistencia a la compresión de las dos superficies, y donde las patas se anclaron de forma diferente, podrían ayudar a mejorar el diseño de futuras misiones a este tipo de objetos.

También desde el DLR, el estudio liderado por Stefano Mottola ha confirmado que el paisaje de 67P está modelado por la erosión. Los análisis se hicieron gracias al sistema de imágenes ROLIS, que detecto cómo las rocas que sobresalen en zonas con materia granular están rodeadas por depresiones, un conjunto que recuerda a formaciones modeladas por el viento en la Tierra.

Y desde el mismo centro alemán, Tilman Spohn y otros investigadores han determinado las propiedades mecánicas y térmicas de 67P con los sensores MUPUS de Philae. Los datos revelan que la temperatura de la superficie del cometa varía durante el día entre 90 y 130 Kelvin. La porosidad de la capa de hielo y polvo del lugar concreto donde aterrizó finalmente oscila del 30 al 65%.

Con la investigación del grupo de Wlodek Kofman de la Universidad de Grenoble (Francia) se ha averiguado que la composición de la cabeza del cometa es bastante homogénea. Emitiendo señales electromagnéticas a través de su núcleo hacia Rosetta, situada en el lugar opuesto, se ha comprobado que no llegaban con un patrón de dispersión, lo que indica que el interior del cometa es muy uniforme. También se ha visto que el ratio de polvo/hielo en 67P es de entre 0,4 y 2,6, y que tiene una porosidad general muy alta del 75 a 85%.

Y otro estudio francés, liderado por Jean-Pierre Bibring del Institut d’Astrophysique Spatiale en Orsay, ha analizado la superficie cometaria con fotos panorámicas tomadas por las siete cámaras del analizador CIVA. La recopilación de imágenes revela una superficie fracturada, con granos de diversos tamaños y estructuras rocosas brillantes, una visión desconocida hasta ahora.

Según los autores, el conjunto de datos facilitados por el ‘aterrizador’ Philae de Rosetta “nos acercan más que nunca a la comprensión de la naturaleza de los cometas”.

Referencias bibliográficas:

«The landing(s) of Philae and inferences about comet surface mechanical properties» de J. Biele et al.  «Properties of the 67P/Churyumov-Gerasimenko interior revealed by CONSERT radar» de W. Kofman et al. “Organic compounds on comet 67P/Churyumov-Gerasimenko revealed by COSAC mass spectrometry» de F. Goesmann et al. «CHO-bearing organic compounds at the surface of 67P/Churyumov-Gerasimenko revealed by Ptolemy» de I.P. Wright et al. «67P/Churyumov-Gerasimenko surface properties as derived from CIVA panoramic images» de J.-P. Bibring et al. “The structure of the regolith on 67P/Churyumov-Gerasimenko from ROLIS descent imaging» de S. Mottola et al. «Thermal and mechanical properties of the near-surface layers of comet 67P/Churyumov-Gerasimenko» de T. Spohn et al. Science, 31 de julio de 2015.

(SINC)

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