En México se ha profundizado poco en el estudio del uso y abuso del alcohol y el alcoholismo, así como en  sus implicaciones actuales en comunidades indígenas, por lo que se carece, por ejemplo, de cifras precisas entre estas poblaciones sobre cirrosis hepática por consumo exagerado de alcohol.

El doctor Luis Berruecos Villalobos, profesor-investigador del Departamento de Relaciones Sociales de la Unidad Xochimilco de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM), señala lo anterior en el trabajo “El consumo de alcohol y el alcoholismo en México: el caso de las comunidades indígenas” publicado en El Cotidiano 181, revista de la División de Ciencias Sociales y Humanidades de la Unidad Azcapotzalco.

El antropólogo social e historiador considera que sería deseable realizar más investigaciones sobre los efectos del consumo inmoderado en poblaciones indígenas para estar en condiciones de diseñar programas preventivos acordes a su situación cultural. “El consumo de alcohol y el alcoholismo en México va en aumento y constituye sin duda un grave problema de salud pública”, expresa.

Son muchos los asuntos que aquejan desde hace varias decenas de años a los indígenas mexicanos, como salud, educación, vivienda, alimentación, empleo, comunicaciones. “A esto hay que añadir el alto consumo de alcohol en estas comunidades, reportado por no muchos estudios al respecto, por lo cual resulta paradójico que, habiendo fundado un gran país, sus descendientes sean los que peor viven actualmente dentro de la estructura social y económica”.

Berruecos Villalobos enfatiza que la situación actual de los más de diez millones de indígenas de México “es verdaderamente preocupante” y por ello no sorprende que en Chiapas haya habido un levantamiento en donde casi el cien por ciento de las peticiones que se hicieron recayeran justamente dentro de las carencias señaladas.

Las consecuencias del consumo de alcohol y el alcoholismo, si bien son graves problemas de salud pública en los núcleos urbanos, “lo son más en regiones rurales e indígenas que no cuentan con acceso directo a los servicios de salud y otros apoyos”.

“Es urgente –destaca– realizar más investigaciones sobre los patrones de consumo en zonas indígenas y sus repercusiones en los ámbitos individual, familiar, social y laboral, que permitan el diseño de mejores estrategias para atender a la población ya enferma y prevenir que el mal siga creciendo”.

El profesor de la Unidad Xochimilco cuestiona si de verdad existe en el país la voluntad política para atender este problema de magnitudes insospechadas que afecta a toda la sociedad. “Planes van y vienen, se inventan campañas sin resultados concretos que gastan más en su propia publicidad que en la atención del problema”, señala.

De ahí que continúen los actos de violencia intrafamiliar, accidentes de trabajo, suicidios y homicidios, pérdidas económicas mayores y todo tipo de situaciones que podrían, si no eliminarse completamente, cuando menos abatirse o prevenirse de alguna forma “si existiera conciencia del problema en las autoridades, voluntad de acción y modificación de leyes obsoletas o que no se aplican”.

En cuanto a las etnias mexicanas apunta que “estamos ante un panorama complejo” por su pluralidad y por la situación social, económica y política que viven dichas poblaciones, que, entre otros males, tienen el grave problema del consumo exagerado de alcohol y la falta de atención gubernamental.

El investigador muestra que de acuerdo con comparaciones internacionales se ubica a México en los primeros lugares de mortalidad por cirrosis hepática en el mundo con tasas de 22 muertes por cada 100,000 habitantes. “Si bien la sobremortalidad en nuestro país puede estar asociada con otros riesgos ligados a infecciones hepáticas o deficiencias nutricionales, es un hecho que la mortalidad por cirrosis debido al abuso de alcohol se encuentra en ascenso”.

La cirrosis por abuso de alcohol creció en los hombres 72 por ciento entre 1970 y 1995 y 13 por ciento para las mujeres. “Durante el mismo periodo, la mortalidad por cirrosis hepática asociada a otras causas disminuyó 33 por ciento para los hombres y 20 por ciento para las mujeres”, aclara.

“Ya es hora de que el gobierno de la República preste atención a este importante sector de la población mexicana –concluye– no sólo en gratitud a los descendientes de nuestros antepasados, cuyas grandes culturas florecieron en nuestro país y que son objeto ahora de la admiración de propios y extraños, sino también en razón del derecho que como mexicanos tienen de disfrutar de una mejor vida”.

En su texto, el doctor Berruecos realiza una revisión desde la primera bebida que al parecer se conoció en México, el octli o pulque, pasando por la llegada de los españoles cuando se empezaron a cultivar los primeros sarmientos para la producción de uva, y llega a la producción en serie del tequila y el mezcal a mediados del siglo XVIII, entre otros aspectos históricos. El texto puede revisarse en línea en:
http://elcotidianoenlinea.com.mx/beta/articulo.asp?id_articulo=3354.

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