Si se decide conformar un Sistema Nacional de Evaluación con carácter autónomo, como recomienda la más reciente propuesta de la comunidad científica, sería el tercer cambio más importante en la estructura del sector científico del país en los últimos 40 años, luego de la creación del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt) y el Sistema Nacional de Investigadores (SNI), aseguró Jorge Flores Valdés, uno de los autores del documento Hacia una Agenda en Ciencia, Tecnología e Innovación.
El sistema de evaluación propuesto sería un mecanismo que podría cambiar a México, ya que la evaluación dirige y orienta, dijo convencido Flores Valdés, Miembro Titular de la Academia Mexicana de Ciencias (AMC) e Investigador Emérito del Instituto de Física de la Universidad Autónoma Nacional de México (UNAM).
Explicó que un eventual sistema de evaluación científica permitiría, como ocurre en otros países que poseen dichos órganos autónomos, evaluar a las instituciones y las políticas públicas en ciencia, tecnología e innovación.
“Esto es fantástico porque, por ejemplo, en Inglaterra, esos órganos hacen además recomendaciones sobre el presupuesto incluyendo a las universidades de prestigio como las de Oxford y Cambrige. En Francia, se evalúa al Consejo Nacional de la Investigación Científica, una de las organizaciones de investigación más grandes del mundo. Las recomendaciones han conducido incluso a cerrar centros que no alcanzan calificación o no han producido nada”, expuso el actual coordinador general del Consejo Consultivo de Ciencias de la Presidencia de la República.
Jorge Flores, indicó que a lo anterior habría que agregarse que en el caso inglés, se otorga un presupuesto multianual -que es una solicitud reiterada de las universidades mexicanas-, el cual no se deja en la indefinición cada año, a la deriva, o al gusto de algunos funcionarios.
Por lo pronto, el documento Hacia una Agenda en Ciencia, Tecnología e Innovación, la propuesta que diseñó un grupo de más de 60 instituciones académicas, de investigación y empresarial del país, y se entregó el mes pasado a las Cámaras de Diputados y Senadores, a la Suprema Corte de la Justicia de la Nación, a la Conferencia Nacional de Gobernadores, así como al presidente electo Enrique Peña Nieto es, hasta ahora, en opinión de Flores Valdés, un esfuerzo diferente y único por el número de participantes que reunió, y que puede dar esperanza de que algunas de sus recomendaciones, como la del Sistema Nacional de Evaluación, sean tomadas en cuenta.
La oportunidad de pasar a la historia
Sobre la propuesta de elevar la inversión en ciencia al 1% del del Producto Interno Bruto (PIB), coincidió con el doctor José Narro cuando dijo que los legisladores no deberían perder la oportunidad de pasar a la historia. “En un mes o menos veremos si los diputados perdieron o no la oportunidad de pasar bien a la historia. El 0.1% de aumento gradual es razonable y se puede utilizar muy bien, sobre todo para que los jóvenes doctores mexicanos tengan un empleo”.
Flores Valdés sostuvo que con el incremento gradual de 0.1% anual, se podrían llevar a cabo varias acciones necesarias, algunas de ellas previstas en el documento entre ellas: 1) aumentar la población del posgrado a través de becas; 2) crear por lo menos tres centros de investigación cada año para producir más doctores que luego se podrán absorber y con ello evitar la fuga de cerebros o, que deserten de la ciencia; 3) un incremento del número de investigadores nacionales en el SNI, para llegar a 30 o 32 mil -un tercio más de los que actualmente existen y 4) crear laboratorios nacionales con fuerte inversión que den servicio a una gran cantidad de instituciones de todo el país.
Nueva Secretaría que incluya educación superior
Sobre la propuesta de crear una nueva Secretaría en este sector, Jorge Flores relató que durante la elaboración del documento no hubo un acuerdo unánime acerca de sus características. “Hubo gente que proponía que fuera la Secretaría de Ciencia, Tecnología e Innovación, que sería la de más fácil realización. Pero hubo otro grupo, igualmente numeroso, que sugería se le agregara “ES” (Educación Superior), lo que sería muy bueno. Yo estaba por esta opción, pero entiendo que hay problemas de carácter político y estructural para hacer esa secretaría”.
Flores Valdés señaló que la inclusión de la educación superior en una nueva Secretaría de Estado modificaría al sistema educativo en México de manera radical, aunque, “la educación básica y media superior se quedaría en manos de un sindicato que todos conocemos”, dijo
Sobre las razones que hacen compleja esta modalidad, explicó que en la actual estructura de la Secretaría de Educación Pública, la Subsecretaría de Educación Superior (que el propio Flores Valdés encabezó entre 1974 y 1982), “todavía significa un contrapeso, porque tiene un presupuesto muy importante, y ahí, ese sindicato -que no quiero mencionar-, no tiene importancia, porque las universidades y las instituciones de educación superior tienen sus propios sindicatos. Es un balance político, esta es una de las razones”.
Jorge Flores, quien obtuvo el Premio Nacional de Ciencias y Artes en 1994, sostuvo que el tema de la educación en México debe ser sujeto a una cirugía mayor que redundaría en la mejoría del papel del país en invenciones, innovaciones, generación de artículos, patentes y profesionistas mejor preparados.
El Presidente Electo primero expresó reservas a la creación de una Secretaría de Ciencia y luego señaló públicamente que lo consideraría, se le dijo. “No sé cuál sea la reconsideración de Enrique Peña Nieto hasta el momento, pero creo que sí tiene que reconsiderarse la creación de la secretaría porque el esquema Conacyt ya dio, ya no va a dar más. Primero porque no tiene nivel político; segundo -como consecuencia del primer punto-, no tiene acción directa ni consulta fácil con el presidente de la República; tercero, depende de los vaivenes de las secretarías de Estado, porque no depende de ninguna y depende de todas; y finalmente, y eso está en la ley pero no ha servido de nada, es que existe un Consejo General de Investigación Científica, que preside el titular del Ejecutivo, que tiene once secretarios de Estado, y el secretario de dicho organismo es el director general de Conacyt. Pero ese Consejo ya se probó que no sirve. Se citó solo una vez en todo este sexenio”.
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