Un equipo de investigadores de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM) Iztapalapa presentó hoy la “Planta de procesamiento de efluentes provenientes de la limpieza de automóviles”, la cual es “única en el mercado por su tecnología, elimina eficientemente grasas, detergente y microorganismos, y recicla el 90% del agua que se usa en el proceso”, dijo Ignacio González Martínez, investigador del Departamento de Química de dicha institución académica.
“Este es uno de los proyectos más importantes que la Secretaría de Ciencia, Tecnología e Innovación del Distrito Federal ha impulsado y ha sido muy positivo; esperamos resultados más importantes para los ciudadanos de esta ciudad y de otros lugares, pues queremos trasladar esta tecnología al resto de los estados de la República”, sostuvo René Drucker Colín, titular de la dependencia.
La planta, instalada en una agencia de autos al sur de la Ciudad de México, incluidos todos los aditamentos que requirió (adquiridos a precios convencionales) tuvo un costo de 165 mil pesos, de los cuales el 85% lo absorbió la empresa. “Plantas comerciales tratadoras de agua que su función es bajar los contaminantes para desechar el agua al drenaje tiene un costo aproximado de 500 mil pesos”, destacó González Martínez.
La Agencia Toyota FAME-Perisur ya opera la planta, ocupa alrededor de cinco mil litros de agua residual por día para lavar alrededor de 65 autos que entran por varios servicios como hojalatería, pintura o mantenimiento. En periodos vacacionales o fechas como regreso a clase lavan hasta 85 automóviles. “Nuestro promedio mensual es de mil 300 unidades”, informó Marco Salazar Pérez, gerente de postventa de la distribuidora.
De acuerdo con René Drucker, en la Ciudad de México existen más de mil 900 centros de lavado de autos, según cifras del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) del 2009, y la cantidad de agua que se requiere en este tipo de establecimientos es de un millón de metros cúbicos mensuales. “A pesar que estos centros de lavado deben utilizar agua residual tratada de pipas de proveedores particulares, su calidad no cumple con lo establecido en las normas oficiales”, añadió.
La recuperación de agua a través de esta planta de tratamiento es de 90% en un tiempo máximo de 30 minutos y una producción de lodos biodegradables, los cuales pueden ser transformados en abono. “Para su operación la plata requiere del uso de biopolímeros, los cuales la empresa adquiere en alrededor 5 mil 600 pesos mensuales. La distribuidora de autos ha utilizado desde hace cuatro meses la misma agua en sus distintas labores; este líquido tiene una calidad casi potable”, destacó el líder del proyecto, miembro de la Academia Mexicana de Ciencias (AMC).
Con la presentación de la “Planta de procesamiento de efluentes provenientes de la limpieza de automóviles”, queda claro cómo debe funcionar la triple hélice: “Con los esfuerzos de la academia, la empresa y el gobierno”, estableció Drucker Colín, expresidente de la AMC.
Sobre esto, añadió que se trabajando de manera coordinada con una fracción parlamentaria de la Asamblea Legislativa del Distrito Federal “para que desde ahí se emita una norma que obligue a las empresas de la ciudad que se dedican al lavado de autos, instalar y operar una planta de tratamiento de esta naturaleza por todos los beneficios que representa”.
Una planta innovadora
De acuerdo con el investigador, en la planta que ya funciona desde hace cuatro meses se sigue haciendo investigación con la finalidad de tener mediciones precisas sobre la calidad del agua. “Es innovadora por su proceso y porque usamos un biopolímero, un derivado del quitosano, compuesto que se extrae de las cascaras de los crustáceos, del camarón particularmente, con modificaciones químicas y con propiedades específicas”, las cuales ha desarrollado la investigadora Judith Cardoso Martínez, del Departamento de Física de la División de Ciencias Básicas e Ingeniería e integrante de la AMC.
El proceso incluye el uso de tanques de almacenamiento, bombas dosificadoras, tanques de tratamiento, filtros y columnas de ozono, partes fundamentales para el desarrollo tecnológico que utiliza el principio de clarifloculación –tratamiento químico-físico de las aguas que consiste principalmente en la eliminación de las sustancias suspendidas– empleando el biopolímero biodegradable y un mezclador estático que aprovecha el desplazamiento del fluido por las bombas, disminuyendo considerablemente el consumo de energía eléctrica.
Para reciclar el agua es necesario cubrir una serie de pasos: coagulación, en el que se adiciona un coagulante derivado de sal inorgánica; floculación, fase en la que actúa el biopolímero; y sedimentación, etapa en la que se separa la materia y se limpia el agua.
“Además, nuestro prototipo tiene una sección donde el agua pasa por un ozonificador para eliminar los residuos de detergente y con la aplicación de ozono se logra un efecto bactericida; es decir, esta tecnología la podrían aplicar también para aguas residuales en hospitales y en la industria cosmética”, expuso el investigador.
Mauricio Merino Rubio, director de Operaciones del Grupo FAME, dijo que la empresa en donde se instaló la planta es la más grande de las que se encuentran en México y ahí laboran 110 personas. “Tenemos en operación cinco distribuidoras, presencia en 10 ciudades de tres estados del país y estamos considerando tener este desarrollo en todas ellas; ahora estamos en el proceso de las evaluaciones para migrar esta planta y así contribuir al cuidado del medio ambiente, una acción que las próximas generaciones nos lo van a agradecer”.
Para lograr consolidar el proyecto, la Secretaria de Ciencia, Tecnología e Innovación del Distrito Federal otorgó 2 millones 900 mil pesos para la instalación de infraestructura en la UAM-Iztapalapa, un laboratorio equipado con los instrumentos necesarios que sirvió para desarrollar prototipos y echar a andar plantas piloto.
Este prototipo se desarrolló con tecnología que en la UAM-Iztapalapa y ya cuenta con dos patentes, pero también se está buscando patentar el proceso ante el Instituto Mexicano de la Propiedad Industrial, ya que se agregaron dispositivos y técnicas para lograr el reciclado del agua.
(AMC)