Una terapia que combina el fármaco zebularina con el quimioterápico metotexato (MTX) fue probada con éxito en Brasil para tratar la leucemia linfoide aguda pediátrica.
La combinación de medicinas probada por investigadores de la Facultad de Medicina de la Universidad de Sao Paulo (USP) se mostró eficaz para tratar la enfermedad en experimentos en laboratorio, informó hoy este centro académico publico.
La administración de las dos medicinas juntas en dosis menores demostró ser más eficaz que la aplicación de ambas separadas en dosis mayores.
El resultado cumple el objetivo de los investigadores de buscar una terapia contra el cáncer que use menos medicinas y provoque menos efectos colaterales.
«La zebularina demostró ser interesante como terapia alternativa. Esta droga aún no fue usada en ningún tratamiento, pero en otros estudios en laboratorio fue probada con éxito para tratar una gran variedad de cánceres, como mama, próstata, leucemia, linfoma», según el biólogo Augusto Faria Andrade, uno de los autores del estudio.
La leucemia linfoide aguda es el cáncer hematológico más común en la infancia, aunque también afecta a adultos. La enfermedad afecta la producción de células en la médula ósea, lo que compromete la producción de las células sanguíneas.
Los investigadores utilizaron linajes de células de leucemia que trataron en laboratorio con zebularina en tres diferentes formas: la medicina sola, asociada con MTX y asociada con vincristina (VRC).
La combinación con el metotexato fue la que presentó mejores resultados.
Los investigadores probaron entonces diversas formas de combinar las dos medicinas y constataron que los resultados más prometedores se producen cuando el MTX es aplicado después de la zebularina.
«La zebularina tiene preferencia por células cancerígenas, lo que reduce los efectos colaterales. Esta medicina es descrita menos tóxica que las similares ya probadas desde 2004, como la azacitidina», según el biólogo.
De acuerdo con Andrade, si las próximas pruebas en laboratorio resultan exitosas, podrán iniciarse los exámenes con animales y humanos.
El biólogo calcula que, de avanzar en los testes, la terapia podrá ser comercializada en entre cinco y diez años.