En el Centro de Investigaciones Cerebrales hay un grupo de jóvenes investigadores comprometidos con su trabajo, entre ellos está Paul Saft, psicólogo de formación, que ahora investiga en un modelo animal de autismo las dificultades de comunicación de las personas que tienen este tipo de trastornos y si tiene que ver con un área del cerebro.
Él estudió en la Universidad Autónoma de Morelos, y se enteró por internet del trabajo que realiza el doctor Jorge Manzo en el Centro acerca del autismo; le mandó un correo, se entrevistó con él y ahora se encuentra haciendo sus investigaciones en el Centro, en su caso trabaja en las vocalizaciones o chillidos de los roedores a los que inducen un tipo de autismo con ácido valpróico.
Su investigación es en los problemas de comunicación, lenguaje y socialización de los niños que padecen autismo, por eso buscan entender a qué se deben estas situaciones, estudiando el caso en un modelo animal y si los animales también tienen problemas de comunicación y socialización, porque es conocido, que las madres de estos animales no atienden a las crías que no vocalizan de una manera determinada.
Paul explica que hay tres características principales con las que se diagnostica el autismo: fallas en la comunicación, en la interacción social y conductas estereotipadas, las cuales se identifican en mayor o menor medida en los diferentes tipos de este trastorno: autismo clásico, que presenta todos los síntomas anteriores, el de Rett, común en niñas y acompañado por un déficit cognitivo; el no especificado, que presenta los síntomas principales, pero que no son tan marcados; el desintegrativo, que se caracteriza por una pérdida progresiva del lenguaje y la comunicación; y el de Asperger, el más funcional de todos, ya que los afectados pueden comunicarse, aunque emocionalmente no experimentan empatía o utilizan el lenguaje metafórico ni entienden el humor.
Aún no se sabe si las dificultades de comunicación tienen que ver con un área determinada del lenguaje en el cerebro, pero gracias a los estudios que desarrollan en el Centro han determinado que una constante del autismo se encuentra representada en el cerebelo, el cual contiene células de Purkinje. Se ha observado que estas células se encuentran en menor cantidad en las personas con autismo, eso les ha dado una clave muy importante para acercarse a entender qué sucede en este trastorno, platica Paul.
“Las células de Purkinje son importantes porque son una vía de salida de la información que entra al cerebelo, el cual coordina el movimiento, pero ahora vemos que también se encarga de la coordinación a otros niveles, emocional y cognitivo. Es un avance saber que estás células se relacionan, pero aún falta mucho por investigar”.