Estamos a unas décadas de llegar a lo que se imaginaron los escritores de la ciencia ficción y los precursores de la robótica: máquinas autónomas con capacidades intelectuales similares a las del humano. Los avances en este campo ya han derivado en robots que son funcionales para la medicina, la industria y cada vez más en la vida cotidiana.
 
Construir sistemas que puedan interactuar con el mundo y aprender de él, sin tener que programarlos de la A a la Z, es uno de los objetivos que se ha fijado el investigador Raúl Rojas González, miembro de la Academia Mexicana de Ciencias, a cargo del grupo de Inteligencia Artificial en la Universidad Libre de Berlín. El mayor reto consiste en que, tal como el pensamiento humano, los robots puedan procesar información del entorno, reconocer patrones y tomar decisiones para entrar en acción.
 
Mira, ¡sin manos!
Como salido de una película, MadeInGermany es un automóvil que no requiere de un conductor al volante; además de acelerar y frenar automáticamente, respeta las señales de tránsito, mantiene su distancia, evita obstáculos y reconoce a los peatones y carros cerca de él. Este es el segundo vehículo autónomo desarrollado en la Universidad Libre de Berlín, tras el exitoso Spirit of Berlin.
 
El vehículo funciona a partir de sensores que detectan objetos o estímulos del exterior y un software complejo que en menos de un segundo reúne toda la información para provocar la acción del automóvil. La “inteligencia” de este robot está instalada, prácticamente en una laptop, dentro de la cajuela. Gracias a sistemas precisos de localización satelital, como GPS, el auto empieza su marcha con una ruta establecida, pero que puede adaptarse en el trayecto.
 
Con la tecnología Drive-by-wire, o acelerador electrónico, no se requiere de una conexión física entre los pedales y el motor; por lo que el carro se acciona con comandos que envía la computadora, la cual también controla la velocidad, dirección del volante, incluso las luces intermitentes y los limpiaparabrisas.
 
En el vehículo se instalan sensores láser y videocámaras para obtener información del entorno. Cada uno tiene funciones específicas, por ejemplo, detectar los carriles, reconocer semáforos o mantener la distancia con los carros alrededor. Con base en este funcionamiento, se integran algunos sistemas que ya existen en el mercado automotriz, ya sea para estacionarse automáticamente o como la advertencia de un posible choque. Finalmente, en la parte superior hay un escáner de láser rotatorio capaz de alimentar el sistema con imágenes en tercera dimensión.
 
De acuerdo a sus creadores, el auto es estable y seguro. No alcanza más de 120 kilómetros por hora de velocidad y se ha probado en diferentes condiciones climáticas, en la carretera y la ciudad. Se puede revisar continuamente la información y un conductor de seguridad dentro del carro verifica la respuesta de los sistemas y conexiones que están en interacción continua. En caso de una falla o situación de emergencia, el auto puede detenerse y apagarse por completo.
 
El desarrollo de automóviles autónomos es un proceso evolutivo, pues primero fungirán como asistentes para los conductores, para que tengan un viaje más seguro y cómodo, antes de que los veamos circulando completamente solos. Pero en el futuro, auguran los expertos que los autos se comunicarán entre sí y con los sistemas computacionales que controlarán las señales de tránsito y el flujo de vehículos en las ciudades, gracias a los avances logrados en otros campos de la Inteligencia Artificial.
 
Pamboleros, invertebrados y asistentes
Dirigidos por el investigador mexicano, los robots del equipo FU-Fighters han sido varias veces campeones en la Copa Mundial de Futbol para Robots (RoboCup). Cada año, buscan mejorar la tecnología y probar el funcionamiento de los sensores, sistemas de acción y comunicación entre los robots para garantizar su éxito en los partidos.
 
Actualmente, el grupo además colabora con entomólogos para construir una abeja-robot, RoboBee, que por medio de sensores reconoce el movimiento e imita los patrones de la danza de la abeja europea, Apis mellifera, para comunicarse con el resto de la colmena. El sistema está conectado por medio de un brazo mecánico al cuerpo del robot, que tiene el tamaño, temperatura y olores adecuados para que las abejas no lo reconozcan como un intruso. Hasta ahora ya se ha logrado que las demás abejas sigan al robot, que con su danza las guía hacia el alimento.
 
Entre otros proyectos, también se han desarrollado plataformas para apoyar el aprendizaje y a personas con discapacidades; un pizarrón electrónico para la educación a distancia, sistemas de procesamiento de imágenes y reconocimiento de fórmulas matemáticas (aun cuando están escritas a mano); sistemas de lectura para ciegos y, como el auto, una silla de ruedas que funciona de manera autónoma.

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