Restaurado y estudiado a fondo por expertos mexicanos y austríacos, el legendario «Penacho de Moctezuma» reapareció hoy en público por primera vez desde 2004 con un nuevo nombre y una amplia investigación sobre su misteriosa historia.
La delicada cuestión de la propiedad del penacho ha pasado a un segundo plano para permitir una cooperación cultural y científica entre México y Austria, cuyos primeros resultados fueron presentados hoy en rueda de prensa en el Museo Etnológico de Viena.
«Para nosotros, lo primero es la conservación de la pieza. Estaba en muy mal estado, ahora está bien», explicó hoy a Efe en Viena Alfonso de María y Campos, director general del Instituto Nacional de Antropología e Historia de México.
«En segundo lugar, nos preocupaba la falta de investigación», añade el experto, uno de los coordinadores del proyecto, quien recordó que hacía más de cien años que no se efectuaba un amplio estudio científico sobre la supuesta corona del emperador azteca.
Persisten las dudas sobre su verdadero origen y por ello ha sido rebautizado: «El Penacho del México Antiguo» es ahora su nombre oficial, así como el título del libro donde se publican los resultados de las investigaciones.
Si perteneció o no a Moctezuma II Xocoyotzin, el último emperador azteca, si éste lo regaló al conquistador español Hernando Cortez, si era usado por sacerdotes en rituales religiosos…, aún quedan incógnitas por esclarecer en el futuro.
Pero las nuevas tecnologías han permitido un análisis detallado de la sofisticada fabricación de la pieza, mientras que su belleza y magnificencia se han recuperado, gracias a las modernas técnicas de restauración.
Plumas verdes de Quetzal, rojas del pájaro espátula, de color café del vaquero, otras turquesas y azules claras de aves no identificadas, están sofisticadamente montadas en un cuerpo principal, en forma de abanico, y otro central, trapezoidal ascendente, con dimensiones máximas de 178 por 130 centímetros.
«Las plumas eran de un gran valor, más que el oro. Eran otro ámbito de poder, de riqueza», destaca de María y Campos.
«Obviamente, Moctezuma no usaba penacho, pero eso no quiere decir que no fuera de él esta pieza», explica.
Recuerda que «en toda la historia de México, los grandes señores se vistieron con plumas» y que los objetos con plumas eran guardados como tesoros.
Y dice no tener dudas de que el penacho «sí es parte del tesoro de Moctezuma», convertido hoy en «un símbolo muy mexicano de poder».
Aunque México quiere que la corona de plumas vuelva a sus tierras originales, de momento lo que pide oficialmente es solo una concesión en préstamo por largo tiempo.
«Tenemos ahora el diagnóstico completo de la pieza», subrayó por su parte Lilia Rivero Weber, Coordinadora Nacional de Conservación de México, tras calificar de «histórico» el estudio completo del penacho y de su compleja técnica de manufactura.
Después de que Austria, temerosa de los daños que pueda sufrir en un transporte aéreo, rechazara una propuesta de llevarlo en avión a México, «estamos trabajando en una propuesta para un transporte probablemente vía marítima», explicó Rivero.
«Penacho: Suntuosidad & Pasión», es el título de la exposición en torno a esta corona, que en 1596 aparece inventariada en un legado del Archiduque Ferdinand II.
Para nosotros «hoy es un gran día de alegría», resaltó Sabine Haag, directora de los Museos de Historia del Arte, de Etnología y del Teatro de Viena, y recordó que el penacho ha estado medio siglo bajo la protección de esa colección de la dinastía de los Habsburgo.
Ello probablemente lo ha salvado de la destrucción o pérdida, como han sufrido otras preciosas piezas que los conquistadores de América llevaron a Europa, y hoy es el objeto más famoso del Museo de Etnología de la capital austríaca.
A partir de mañana, se puede admirar allí, en exposición permanente, junto a otras piezas provenientes de Mesoamérica, de los siglos XV y XVI.
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