Samuel Gitler Hammer, uno de los mayores genios de las matemáticas en México, nació el 14 de julio de 1933 en la ciudad de México. Su trabajo más conocido es sobre el llamado “Espectro de Brown-Gitler”
Fue profesor emérito del Centro de Investigación y de Estudios Avanzados (Cinvestav). Sus aportaciones al conocimiento de las matemáticas, específicamente en topología algebraica y sus aplicaciones a la topología diferencial alcanzaron el mayor reconocimiento a nivel mundial.
Samuel Gitler se graduó de ingeniero civil en la Escuela Nacional de Ingeniería de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), y obtuvo el doctorado en matemáticas en la Universidad Princeton, en Estados Unidos, con especialidad en topología algebraica.
Sus aportaciones al conocimiento matemático se mostraron en numerosas colaboraciones en libros, revistas y memorias de congresos, y en 74 artículos publicados en revistas especializadas del más alto nivel, de manera individual o en colaboración.
Su carrera como docente se originó en 1953, cuando ocupó el cargo de profesor de matemáticas en la Escuela Nacional de Ingeniería de la UNAM. De 1957 a 1959 fue asistente de profesor en la Universidad de Princeton; de 1960 a 1961 ocupó el cargo de investigador asociado en la Universidad de Brandeis en Waltham, Massachusetts. En este último año fue nombrado profesor adjunto del Cinvestav, cargo que ocupó hasta 1963, al año siguiente fue nombrado profesor titular del mismo. En 2005 fue nombrado Profesor Emérito del mismo centro.
El interés científico de Gitler se puede dividir en dos grandes rubros: el papel de la topología algebráica y sus aplicaciones a la topología diferencial. Su trabajo sobre el llamado “Espectro de Brown-Gitler” dio origen a la resolución de tres problemas muy importantes en la teoría de homotopía y a un simposio organizado por la Sociedad Matemática Americana, sobre “la tecnología de los espectros de Brown-Gitler” y mencionado por el profesor George Whitehead como uno de los trabajos en la teoría de homotopía.
La Royal Society de Londres invitó al investigador mexicano para estancias de un año como profesor visitante en la Universidad de Oxford, la primera en el All Souls College y la segunda en el New College, y en esta le dieron el grado de maestro en ciencias.
En la extensa lista de premios y distinciones que recibió en su carrera destacan la de miembro de la Sociedad Matemática Mexicana (1953) y de la American Mathematical Society (1957), secretario (1965-1967) y presidente (1967-1969) de la Sociedad Matemática Mexicana; crítico de la revista Mathematical Reviews (1968-1990), recibió la beca de la Fundación Rockefeller, 1957-1959, editor del Boletín de la Sociedad Matemática Mexicana (1969-1981), miembro titular de la Academia de la Investigación Científica, actualmente Academia Mexicana de Ciencias (1974). También fue representante de México ante la Unión Matemática Internacional (1975), Premio Nacional de Ciencias (1976), y Miembro en tres ocasiones (1964-1965, 1985-1986 y 2010-2011) del Institute for Advanced Study, de Princeton.
En una de las últimas presentaciones públicas que concedió Samuel Gliter resaltaba la importancia de comprender cómo funcionan las matemáticas.
“Lo primero que se necesita es aprender a leer, pues del entendimiento de un texto es posible apreciar y analizar un problema matemático”, consideraba en una conferencia impartida en julio de 2013 y cuya reseña publicó la Academia Mexicana de Ciencias.
Y esto era una convicción absoluta para él, pues siempre que se le pedía un consejo para mejorar la enseñanza en esta disciplina fue enfático: “Basta que la gente aprenda a leer en español y ello será ganancia. La matemática le va a venir después. Al leer se hace un análisis y eso es suficiente como preparación para entender la matemática”
Al respecto, añadía que el problema en México es que los niños no leen y que ello implica no sólo juntar las letras, sino saber qué dice el texto. “Unir letras lo hacemos todos, pero entender el mensaje es lo que tiene que cultivar el maestro en la escuela”.
En esa misma conferencia y como muestra de la opinión tan crítica que tenía Gliter sobre el tema de la educación, recordaba que en la década de los ochenta, cuando el gobierno de Miguel de la Madrid intentó establecer el libro único de texto, el primer borrador era tan malo que él estaba decidido a llamar “criminales” a los autores, pues en lugar de facilitar el aprendizaje de las diversas áreas del conocimiento, lo entorpecía.
“El libro único era una cosa vomitiva; salí tan enfermo de eso porque no entendí qué querían. Entonces dije que si ellos presentaban ese libro cometerían un crimen y yo haría lo posible para denunciarlo y tratarlos como criminales”.
Falleció la noche del martes 9 de septiembre de 2014 en la Ciudad de México.