Expertos del Centro de Investigación y de Estudios Avanzados (Cinvestav) Unidad Mérida concluyeron que un sistema marino tiene la capacidad de recuperase del impacto de un huracán en seis años, si no está muy alterado por el hombre.

Estas conclusiones se basaron en el estudio encabezado por la doctora María Leopoldina Aguirre Macedo, quién ha mantenido un monitoreo de largo plazo (11 años muestreando mensualmente) en la laguna costera de Celestún, Yucatán, con un recuento de las poblaciones de parásitos de caracoles tras el paso del huracán Isidoro y de otros fenómenos climáticos de menor intensidad.

El Huracán Isidoro fue la novena de doce tormentas denominadas y el segundo huracán de la temporada de huracanes en el Atlántico de2002. 

Los investigadores encontraron que después de Isidoro, a partir de los seis meses la laguna empezó a repoblarse con las mismas especies que habitaban el ecosistema antes del huracán, y su recuperación total fue después seis años.

Aguirre Macedo explicó que los invertebrados que se utilizaron para el muestreo fueron caracoles (moluscos gasterópodos) que son portadores al menos de cinco especies parasitarias.

Durante el recuento se encontró que la nueva población de moluscos mostraba un incremento gradual de parásitos durante los cuatro años posteriores al paso del huracán, recuperándose a niveles previos después de 57 meses. Sin embargo, dijo que, el cambio climático es un riesgo potencial sobre estos ecosistemas y está provocando que eventos climáticos como los huracanes sean cada vez más frecuentes, lo que puede causar que un ecosistema necesite mucho más tiempo para recuperarse.

La laguna costera de Celestún es un área natural protegida donde habitan especies como la gaviota de playa, el mono araña, el jaguar, el cocodrilo de río y la boa; así como peces que sólo existen en ese lugar (endémicos), como la dama blanca ciega (Typhiliasina pearsei) y la anguila ciega (Ophisternon infernale). Un punto importante es que una comunidad parasitaria sana es un buen indicador de un ecosistema saludable. En ese sentido los resultados de Aguirre Macedo pueden ayudar a monitorear la calidad ambiental de este ecosistema.

La investigadora del Cinvestav agregó que este tipo de estudios podrían replicarse en otras lagunas costeras con el propósito de conocer la capacidad que tienen las especies marinas para resistir la presencia de fenómenos climáticos a través del uso de los parásitos como indicadores de calidad ambiental.

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