“Sólo las sociedades educadas pueden desarrollar capacidades de autotransformación”, afirmó Roberto Ángel Rodríguez-Gómez Guerra, del Instituto de Investigaciones Sociales de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), en el panel “Hacia dónde va la ciencia” realizado en la Universidad Veracruzana.

Refirió que el futuro será lo que la actual generación de jóvenes establezca, y que tener una preparación de calidad los dotará de mejores capacidades de autotransformación: “La historia es así y por eso quien no recuerda su pasado puede repetirlo”, expresó.

Sin embargo, coincidió con el resto de los panelistas, para alcanzar esta meta debe hacerse un balance entre seguir con “más de lo mismo” o cambiar un poco los enfoques que rigen al Sistema de Educación Superior (SES), dado el ritmo de crecimiento de la oferta educativa.

Al respecto, señaló que México ha tenido logros impresionantes en materia de cobertura al lograr 33 por ciento, cifra que lo ubica en el lugar 80 a nivel internacional.

No obstante, mencionó que en los últimos años el crecimiento de la oferta educativa en el país fue de aproximadamente 100 mil lugares por año, de los cuales 65 mil por año son de las universidades públicas, “estas cifras pocos países la tienen”.

Esta situación trajo consigo modificaciones en la estructura del SES, el de mayor relevancia es que la toma de decisiones se ha dividido en tres: sector privado, universidades públicas autónomas e instituciones de educación superior públicas no autónomas.

Rodríguez-Gómez Guerra recalcó que la universidad pública autónoma ha dejado de ser el “sol de la galaxia de la educación superior” al tener sólo la tercera parte en la decisión, cuando hace 20 años era más de la mitad y hace 30 años le correspondía 75 por ciento del nivel superior educativo.

“Probablemente la universidad pública autónoma ya no está en la condición plena de marcar las reglas del desarrollo del sistema en su conjunto, simplemente por número, y les puedo asegurar que nadie lo previó de esa manera.”

Prosiguió al indicar que en la actualidad se vive una sobreimposición de un régimen académico distinto a la autonomía, basado en reglas centralizadas respecto de la orientación del trabajo académico individual, del contenido de los programas, de las reglas de acreditación, de las obligaciones de evaluación, etcétera.

“Ese sentido de la autonomía, entendida como autocapacidad de gobierno académico, está de alguna manera arrinconada por la poderosa existencia de reglas centralizadas”, puntualizó.

 

La ingeniería y sus encrucijadas

El investigador de la UNAM presentó un apartado sobre la situación de la formación de ingenieros en el país, donde planteó que hay dos discursos: uno sostiene que hay escasez de ingenieros, el cual es circulado por el sector educativo, y otro que dice que hay muchos ingenieros, que proviene del sector laboral.

De acuerdo con datos proporcionados por el Observatorio Laboral de la Secretaría del Trabajo Federal, de los 1.4 millones de ingenieros titulados en México, dos terceras partes trabajan en áreas de ingeniería, lo que muestra que hay problemas de empleo en relación con lo que ocurre en otras áreas profesionales.

En datos duros, abundó, México produce más ingenieros que cualquier otro país, pero casi los mismos que Corea y Estados Unidos, al tener 25 millones de estudiantes y 100 mil ingenieros titulados.

En el país se forma el doble de ingenieros que en Brasil, de éstos 66 por ciento están en la rama de la informática, computación y sistemas; le siguen los que se ubican en el sector productivo, principalmente civiles y eléctricos; finalmente, entre cinco y 10 por ciento están en alguna de las 200 especialidades de la ingeniería, esto “demuestra una distribución desigual de dicha profesión en México”.

De las 500 mil cédulas profesionales que son emitidas cada año por la Secretaría de Educación Pública, 100 mil corresponden a ingenieros, sin contar los tecnólogos y científicos.

Pese a la consolidación en términos cuantitativos, es la rama a la que se ha prestado poca atención para conformar un sistema integral de posgrados, lo que representa un área de oportunidad que permitiría elevar la calidad educativa de los cientos de jóvenes ingenieros que egresan cada año.

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