Un estudio publicado en la revista Molecular Psychiatry presenta las primeras evidencias científicas del efecto combinado de diferentes factores en el riesgo de convertirse en un adulto violento, independientemente de la presencia de un trastorno mental.
En la nueva investigación participan, en colaboración con expertos del Instituto Max Planck de Medicina Experimental de Alemania, expertos del Instituto de Biomedicina de la Universidad de Barcelona (IBUB), el Centro de Investigación Biomédica en Red de Salud Mental (CIBERSAM); y la Universidad Jaume I.
Se han analizado los datos de más de 1.500 personas diagnosticadas de esquizofrenia que pertenecen a la Göttingen Research Association for Schizophrenia (GRAS) —información procedente del equipo liderado por Hannelore Ehrenreich, del Max Planck— junto con una muestra de más de 550 personas de la población general española.
Los científicos valoraron si los participantes habían estado expuestos durante la infancia y la juventud a diferentes agentes: vivir en una gran ciudad, abuso físico o sexual, pertenecer a un colectivo de inmigrantes, consumir cannabis y beber alcohol en exceso.
La expresión de la agresividad en la edad adulta está relacionada con la exposición a múltiples factores de riesgo en la niñez o la adolescencia
Mientras en los pacientes con esquizofrenia la presencia de conducta violenta se estableció según la existencia de condenas por crímenes como abuso sexual, homicidio involuntario, agresión o asesinato; en la población general se utilizaron indicadores relacionados con las conductas de agresión, como la presencia de aspectos antisociales psicopáticos y rasgos de personalidad relacionados con agresión u hostilidad.
Según el trabajo, la probabilidad de convertirse en un adulto violento y agresivo se incrementaba de forma significativa en todos los grupos analizados que mostraban un factor de alto riesgo como mínimo. A medida que se añadían elementos, la probabilidad aumentaba de manera escalonada.
Es más, en los individuos que presentaban tres o más factores, la posibilidad de presentar actitudes agresivas y violentas en la edad adulta se multiplicaba hasta diez veces. Es decir, la expresión de la agresividad en la edad adulta está relacionada con la exposición a múltiples factores de riesgo en la niñez o la adolescencia, apuntan los autores. Además, este riesgo sería independiente de la existencia de un trastorno mental previo en el individuo, destaca el equipo investigador.
Posible huella epigenética
La investigación también identificó en un subgrupo seleccionado de 142 individuos que los caracterizados como de alto riesgo ambiental presentaban niveles más elevados de ARNm de la histona deacetilasa1 (HDAC1), un mediador de procesos epigenéticos. Este descubrimiento abre nuevos interrogantes sobre el posible efecto de la huella epigenética —los efectos de las condiciones ambientales en la expresión génica— en el desarrollo de perfiles violentos en la edad adulta.
El estudio publicado en la revista Molecular Psychiatry subraya la necesidad de impulsar medidas de tipo psicosocial que mejoren las políticas de prevención contra la violencia en toda la sociedad. Ante este reto, es preciso desarrollar estrategias de intervención psicosocial desde edades tempranas que impliquen la participación y el compromiso de las familias y de los agentes sociales (educadores, etc.).
Referencia bibliográfica:
Violent aggression predicted by multiple pre-adult environmental hits. Molecular Psychiatry